Espionaje en el PP | Alerta de Catalá a Ayuso, tres tiros y un intermediario: así se denunció la tragedia en el PP

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La gran tragedia de la historia del PP, que acabó con sus dos principales baluartes, Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, a palo limpio, comenzó durante una comida a finales de noviembre en Madrid. Allí se produjo uno de los tres puntazos que desencadenaron esta crisis sin precedentes. La génesis de un conflicto que acabó por abrumar al partido.

A un lado de la mesa, Julio Gutiez, director de la agencia de investigación Mira; al otro, el exministro del PP Rafael Catalá. Los dos han sido amigos durante muchos años. Y como hay un máximo de confianza, Gutiez lo soltó abiertamente.

Le dijo que se habían levantado mucho en su partido, ya que miembros de «una sociedad del PP» del Ayuntamiento de Madrid habían intentado investigar al hermano de Isabel Díaz Ayuso, Tomás. Ese fue el primer consejo.

Gutiez explicó que rechazó la oferta. «Profesionalmente, lo consideraba una pregunta ilegal», admitía este viernes el propio detective a El Periódico de España.

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El objeto de la investigación era la supuesta comisión que podría haber cobrado el hermano del presidente autonómico por el contrato adjudicado por la Comunidad de Madrid en emergencia a la empresa textil Priviet Sportive SL. El contrato se cerró para la compra de 250.000 mascarillas por un importe total de 1,5 millones de euros.

Esta empresa, ajena al sector sanitario, pertenece a Daniel Alcázar Barranco, amigo de la familia Díaz Ayuso desde que eran jóvenes, ya que todos veraneaban en un pequeño pueblo de Ávila: Sotillo de la Adrada.

Información sobre Catalá

Poco después de esa comida, Catalá, que actualmente trabaja en el despacho de Carles Cuesta Abogados, una empresa especializada en recuperaciones de empresas, le dio el chivatazo a Ayuso -el segundo de esta historia- a fuego amigo.

Lo alertó de que los cargos de su partido eran «buscar un detective para investigar» a su hermano. Ayuso ya ha intuido de dónde puede venir. Además, me quedó muy claro.

Unas semanas antes, a mediados de septiembre, Casado la había llamado a Génova para explicarle una información que había llegado a sus oídos. «Me dijeron eso. Me preocupa. Dime si es verdad y qué podemos hacer», le dijo el presidente del PP. Ayuso respondió que lo vería. Pero, según Casado, nunca respondió ni proporcionó los documentos requeridos. Desde Puerta del Sol responden con su versión: dejaron claro que todo era legal.

La denuncia que encendió las alarmas en Génova -la tercera de esta historia, aunque por orden cronológico es la primera- incluía datos fiscales y extractos de cuentas bancarias del hermano del presidente regional que demostrarían que recibió una comisión cercana a los 300.000 euros por la compra de mascarillas en China. Un papel que nunca vio la luz del día.

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La cifra fue rebajada a 55.000 euros por el presidente autonómico en un comunicado difundido este viernes por el Gobierno de la Comunidad de Madrid, donde Ayuso insistía en que todo era legal. Ya el sábado por la tarde y tras reunirse en secreto con Ayuso el viernes por la tarde en la sede nacional, Casado decidió dar marcha atrás y empezar a aceptar esta aclaración. Unas horas antes, había dejado a la madrileña al borde del tráfico de influencias. Y ahora el partido confirma que cerrará el expediente contra el presidente en los próximos días, lo que podría derivar en una sanción o incluso la expulsión. «Estos datos son los que llevamos meses pidiendo. No entendemos por qué hasta ahora no se han hecho públicos», aseguraban este sábado por la noche fuentes de la dirección.

¿Qué pruebas tenía entonces Génova? Según fuentes del PP de medio nacional, Casado y su equipo de confianza tuvieron acceso al modelo 347 -que incluye pagos a proveedores- de la empresa Priviet Sportive, donde aparecía el nombre de Tomás, además del extracto bancario de un pozo- Entidad financiera conocida que tiene ingresos confirmados. Sin embargo, nunca obtuvieron una copia, lo que explica por qué estos documentos no se hicieron públicos.

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La creencia de Ayuso siempre ha sido que su hermano actuó dentro de la legalidad. Esto también se lo trasladó a Alberto Ruiz-Gallardón cuando, tiempo después, le pidió que interviniera en la crisis al conocer esta investigación del hampa de la que Catalá le había advertido previamente. Dado que todos los puentes con la dirección y el propio alcalde se han roto por la lucha de poder dentro del PP en Madrid, el presidente autonómico pidió a Gallardón que preguntara. Así entraron en la operación los dos exministros.

Gallardón se convirtió en una persona cercana a Ayuso durante la campaña electoral de 2019, cuando él y Esperanza Aguirre actuaron como ‘consigliere’ durante la campaña para que la joven diputada no pareciera tan nueva.

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A mediados de diciembre, Gallardón recogió el guante y pidió a Almeida que investigara si existían investigaciones de este tipo por parte de una empresa municipal contra el presidente madrileño. Tras haber recabado todos los datos de la mano de su hombre de confianza, el consejero de movilidad y medio ambiente, Borja Carabante, no se han encontrado pruebas que lo demuestren. «Si hubieran sido verdad [las acusaciones]este ayuntamiento habría tomado todas las medidas oportunas para que no ocurrieran”, dijo el alcalde esta semana cuando estalló el asunto.

“Eres una mafia”: la guerra política

Mientras esta mediación seguía su curso, los medios abrían titulares cada día con nuevos episodios de la batalla política. Los entornos de Ayuso y Casado (Miguel Ángel Rodríguez y Teodoro García Egea) acapararon la guerra sucia que alcanzó esta semana su cota más alta. Ataques, campañas de desprestigio mutuo y municiones a la oposición, que hace tiempo que se calzó las botas.

En el núcleo duro de Ayuso y líder de confianza se escuchaba a menudo la frase: «La van a buscar. No entendemos por qué».

Cibeles y Sol llegaron a la conclusión de que «buscaban trapos sucios». Nadie dio detalles, nadie sabía nada más. Según fuentes del entorno de Génova, en realidad se activó una maquinaria para intentar investigar a fondo a Ayuso con colaboradores que estaban dentro del Ayuntamiento de Madrid, como Ángel Carromero (por ahora el único dimitido en esta crisis) en connivencia con gente de la dirección nacional.

De hecho, dirigentes cercanos al Génova han dejado entrever en conversaciones privadas que a Ayuso «le costó mucho ganar el liderato». Insistían en esta idea y algunos retomaban la apuesta: «Ella nunca llegará a ser presidenta del PP en Madrid». La declaración chocó de lleno con el impulso del 4-M y la absoluta popularidad que siguió cosechando. En su equipo insistieron: «No tiene sentido. ¿Cómo van a poner puertas en la cancha?».

La propia Presidenta era plenamente consciente de que existía este plan para detenerlo. A una persona muy cercana al secretario general del PP, incluso le dijo en un acto: «Sé que estáis investigando a mi hermano. Sois un mafioso». Las relaciones han sido cortadas por mucho tiempo. Ya no quedaba nada de la amistad que le unía hace casi 20 años con Casado, siendo ambos cachorros de Nuevas Generaciones. “Los chicos de Esperanza”, decían de ellos y de alguien más como Ana Camins, íntima amiga de los dos entonces (ahora sólo Casado y totalmente defenestrada en Sol por su cercanía con carromero).

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