Crisis en el PP | García Egea: ¿Qué te pasa, Teo?

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¿Cómo estás, Teo? «Completo.» Es su pipa, tanto que es la que usan sus imitadores. Teodoro García Egea siempre va a por todas. Vital y optimista, lleno de energía y con una agenda en la que alterna su labor política con las mil aficiones que despliega por tierra, mar y aire. Porque él también está en buena forma y en cuanto sube una montaña, nada alrededor de una isla o se reta a sí mismo en carreras de bicicletas. En su «vida deportiva» sólo tuvo un mal día, o mejor dos: aquellas ocasiones en las que se proclamó campeón de España en años consecutivos tirando huesos de aceituna cultivada en su ciudad, Cieza, competición que se disputó primero en esa ciudad, luego en la capital murciana e incluso en una ocasión en Estados Unidos. Estaba en su mejor momento, pero la hazaña la ha perseguido hasta ahora en boca de sus detractores para caricaturizarla y los dibujantes profesionales les han ofrecido un recurso ineludible. Su manía favorita, Jiménez Losantos, se refiere con frecuencia a esta habilidad del ciezano, y este último, que nunca pierde el humor por ello, le envió en una ocasión un tarro de aceitunas, que el locutor entendió como «un intento de comprarlo». «. ‘ .

Toda esta hiperactividad no te hace descuidar la vida familiar; Hace unos meses tuvo a su tercer hijo y presume de ser un padre maravilloso. Además, es aficionado a los “gadgets” tecnológicos (es licenciado en Telecomunicaciones), y manitas para manejarlos tanto en su labor política como en sus aficiones. El tiempo es, para él, un chicle que se puede estirar hasta el infinito, como bien saben los periodistas que reciben respuestas a sus mensajes de Whatsapp a las cinco de la mañana, y parece disfrutar del don de la ubicuidad: la misma mañana. , puede ser entrevistado. en directo por tres canales de televisión diferentes que la sitúan en otras tantas provincias españolas. Teodoro nunca duerme y nunca se queda quieto.

Alguien con esta presunción tiene mucha confianza en sí mismo y, en general, se impone con naturalidad a los demás. «Téo lo dijo», se suele afirmar en el PP de Murcia como un sello de autoridad. Pero esta cualidad es quizás también la que, entrando en las horas libres, se volvió en su contra.

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«Si tu no vas, yo voy»

Su irrupción en la política se hizo con cierta modestia. El PP del murciano Ramón Luis Valcárcel le incorporó como número siete de una lista de diez elegibles por su región en el Congreso de los Diputados. Abundaba, pero se eligió, porque hubo un tiempo en que las populares en Murcia no tenían techo. Anteriormente, ocupó un cargo discreto relacionado con la gestión ambiental, pero desde que saltó a Madrid ha descubierto que su vocación es la política nacional. Cuando Pedro Antonio Sánchez fue elegido presidente del PP en Murcia, sorprendió que no estuviera incluido en la dirección regional. «Necesito a Teodoro en Madrid», reivindicó el nuevo líder autonómico. Y es que en efecto Teodoro progresó en la capital del Reino, después lo vimos muy acertadamente, entre la nueva hornada que se perfilaba en el ambiente de los más veteranos gobernantes, y entabló amistad con Pablo Casado en una amistad que fue más allá de la casualidad política. .

Con la caída de Rajoy, ha llegado su momento. Siempre ha presumido de haber animado a Casado a presentar su alternativa: «Si no vas tú, voy yo». Informaron que estaba sentado en un banco de una plaza de Madrid donde tuvo lugar esta conversación. Nunca ha ocultado que él y Casado son «todos para uno y uno para todos».

Durante el intermedio de las primarias del PP, Teodoro había tejido, más que discretamente, sus redes. No llevaba portagayola. Tenía el elemento sorpresa a su favor. Hizo volar por los aires el artilugio de María Dolores de Cospedal, que había minado, y se lo puso de lado, justo cuando supo parar la corriente a favor de Sáenz de Santamaría, discretamente dirigido por el propio Rajoy. En la sede regional del PP en Murcia, la diputada Isabel Borrego, comandada por él, y esto debe ser un asunto más, llamó a media España para conseguir el apoyo de Casado; Dicen en el PP de Murcia que debió de ser la factura telefónica más cara de la historia del partido, pero dio sus frutos. De repente, Casado, recién llegado a competir en primera división, descubrió que tenía «dispositivos» en casi todas las provincias. La que le improvisó Teodoro. a la cima

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carne y hueso

La pareja es carne y hueso, y por eso cuesta tanto creer que puedan romper. El líder perdería su sombra. Jugaron al bueno y al malo: Casado, la cara amiga, y Teodoro el muñeco tras bambalinas, pero sin renunciar a la importancia política en primera línea. Cuando asumió el cargo de secretario general, le pregunté si un «joven» como él se sentía autorizado para dar órdenes en un partido donde primaban las baronías, los poderes establecidos, y en el que se habían inclinado muchos comandantes en el lugar. a Sáenz de Santamaría, y respondió con plena convicción de que el liderazgo de Casado era sólido, que sus victorias lo consolidarían y que las voces críticas se extinguirían por la fuerza de los acontecimientos.

Pero de repente, en un momento fatal, el “caso Ayuso” parece haber frenado en seco tanta hiperactividad y optimismo biológico. La crisis interna del partido reveló que García Egea tenía pocos amigos e incluso la prensa drogadicta pidió su dimisión desde el primer minuto. Ni una sola voz relevante se ha alzado a su favor, incluso entre los que también critican al presidente madrileño, y sólo ha encontrado consuelo en el presidente murciano, Fernando López Miras, cosa lógica además de ser ciudadano, ya que Teodoro es su protector, su promotor y hasta su director estratégico.

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Soledad

¿A qué se debe esta soledad? El mismo Teodoro, que parece saberlo todo sobre las claves del desarrollo de la vida política, podría explicarlo. En una guerra, el primero en caer es el escudero, sobre todo si ha jugado duro por su caballero. Tiene que haber una víctima para que Casado, si todavía es posible, sobreviva. Más aún si la solución es que, superando el factor humano, Casado y Ayuso acepten con fuerza la paz. Y, tal vez, Teodoro dará su propia cabeza como último sacrificio en el altar de la concordia. Pero la dificultad es suponer que el base puede soportar una situación en la que el ciego no está para dirigir sus pasos y, sobre todo, para detener sus golpes.

¿Cómo estás, Teo? «Completo.» Pero por encima de las nalgas.

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