El joven con las pancartas del mitin ‘proAyuso’: «Me llama la atención que nos llamen ‘trumpistas'»

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Llegó a la sede del PP en Génova enarbolando las pancartas con el lema «Ayuso Moncloa 2023» y desatando la euforia. Parecía una estrella de rock bajando del escenario: «Todo el mundo empezó a aplaudir, había señoras que me las querían quitar, descaradamente…, las agarraron para llevármelas y les dije ‘si es para mis amigas'». ‘».

Víctor García, un estudiante de arquitectura asturiano de 19 años, fue el pasado domingo MVP -junto con el presidente autonómico- de la manifestación contra la dirección nacional del partido. Su cartel, diseñado en apenas una hora -«Yo manejo bien el Photoshop para las carreras, sé hacer fotomontajes»- apareció en todos los informativos, en todos los diarios.

«Hemos comprado varios esta mañana», explicó este lunes por la mañana en una cafetería de la rue Génova, a escasos metros de donde Pablo Casado se reunía con su comité de dirección mientras los periodistas se agolpaban a las puertas de la sede. «El Montado».

Víctor vino con un amigo, que prefiere no presentarse por cuestiones de trabajo. Son un grupo de cinco compañeros, que tienen entre 19 y 23 años. Cuando se juntaron, en febrero de 2021, solo compartían el interés por la arquitectura, por las obras, pero luego se dieron cuenta de que tenían un vínculo más fuerte: Ayuso.

Incluso estuvieron en su mitin en Tres Cantos durante la última campaña electoral en mayo. “Luego estuvimos un rato hablando con él y sacándonos una foto”, recuerdan. No fueron los únicos. Fuentes del equipo del presidente autonómico llevan tiempo asombrados por el efecto que genera entre los jóvenes.

«Antes ibas a la universidad con una política y casi había que entrar por la puertecita; con ella no, todo el mundo se acerca a ella, todo el mundo quiere fotos con ella», dice un familiar que ha trabajado con varios dirigentes del PP.

“Es que Ayuso transmite modernidad, la conexión con la calle. Es una figura más cercana a la gente que Casado, con las ideas claras, y está dispuesto a dar la batalla cultural”, explica Víctor, un “ayuser” convencido.

El joven, todavía un poco abrumado por el sonido de las pancartas -«me ha escrito mucha gente que ha visto en la tele», asegura que ni él ni sus amigos están afiliados a las Nuevas Generaciones, que su vínculo es con el presidente autonómico. «No me identifico del todo con el PP, pero sí con Ayuso».

El jueves por la tarde, un día después de conocer el presunto espionaje que se habría cometido contra Ayuso dentro del propio partido, Víctor estaba en casa estudiando y por eso no se enteró de que en Génova se había convocado una manifestación casi espontánea.

«Mis amigos ya estaban allí, les dije ‘no se preocupen, haré algo'». Así que tomó varias hojas de papel A2 de la universidad para los proyectos y con pintura negra comenzó a escribir las consignas, entre las que se encuentra “Casado renuncia”. “Me manché todos los pantalones con pintura, la gente me miraba en el metro”, recuerda.

Ese día, él y sus amigos ya habían aparecido en la prensa para ilustrar la concentración de unas 300 personas que fue la antesala de la del domingo. Ese, convocado con más tiempo, le dio tiempo para hacer algo más ordenado. «Mira, el bisel debería haber sido un poco más delgado», admitió ayer mientras sacaba el cartel ya bastante dañado de un portaaviones.

Para Víctor, esta última crisis del PP se veía venir. “Casado, se sintió amenazado porque Ayuso es muy popular”, dice para luego defender las políticas económicas y sociales del presidente, que permitieron flexibilizar medidas en medio de una pandemia para la hostelería mientras en otras comunidades había un tranque.

“Aquí todo era maravilloso y allá todo estaba cerrado. Cuando iba a Gijón la gente me preguntaba por Madrid, ahí se hizo famoso Ayuso”, cuenta.

Para él y su amigo lo que pasó fue «una apuesta. Nos toman por tontos». «Abrieron el expediente por una cosa y lo cerraron diciendo algo que no tenía nada que ver con el motivo original», razona.

En cuanto a las acusaciones que recibieron en las redes de imitación de los trompetistas, no las entienden. “Nosotros no entramos al congreso. No es algo que me ofenda pero que me llame la atención”. También rechazan categóricamente que su protesta sea estimulada por el propio partido.

“Yo pagué los banners en las reprografías de mi facultad, que es un poco caro [fueron 31,20 euros]. Mis amigos me hicieron un Bizum”. Y lo tienen claro, una cosa, si Casado no dimite de estos, volverán a la carga: “Si Casado no se va, haremos nuevos carteles”.

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