Manuel Murillo, para quien el fiscal pide 18 años y medio de prisión por haber llegado «a la convicción personal» de tener que organizar en España una «Operación Valquiria» para matar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha optado por destinar todos las amenazas que vierten en whatsapp para beber. Aseguró que se sentía solo y un par de personas del club de tiro al que pertenecía lo pusieron en un grupo en la red de mensajes donde era «a ver quién decía el más grande» y a eso atribuyó sus «animales», que él también definido como «infantil», a pesar de su edad, en sus sesenta años.
Aux questions du procureur José Perals, il a assuré qu’il était «très patriotique», que son père était le dernier maire de Rubí, et que comme il n’avait pas servi dans l’armée, il avait vu tous les films de la primera Guerra Mundial. y se sintió como un héroe, a pesar de que no tenía un plan real para matar a Sánchez, incluso si lo decía. El ministerio público exige 11 años y medio por un delito de homicidio en grado de proposición y 7 años de prisión por un delito de depósito de armas y municiones de guerra por todas las armas que guardaba en su domicilio.
Según Murillo, es «un sentimental», que no mataría a nadie, porque no podía vivir con su conciencia, pero se dio a la bebida y en el grupo de Whatsapp de ideología nacionalista y conservadora española al que pertenecía y en el que dijo el «mayor». Asegura que el representante de Vox al que envió los mensajes le denunció, porque no le conocía personalmente.
El fiscal mostró al juicio los mensajes que envió en cualquier momento y sin faltas de ortografía en el chat. Comenzó en el verano de 2018, cuando el gobierno inició los trámites para exhumar al dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. «No podemos permitir que humillen al generalísimo (…) Es una venganza por haber perdido la guerra», aseguró entonces. «Si es necesario, iré armado y me sentaré en la tumba de Franco y si se me acercan, dispararé. Si tocan a Franco, propongo que comiencen de nuevo la guerra por nuestro honor (…) Y esta vez ganamos no dejo ni uno», reproduce Europa Press.
Quien lastimó a España
Aunque atribuye sus palabras al alcohol y la trankimazina, no dudó en justificar por qué sus amenazas iban dirigidas contra Sánchez y contra los dos «yihadistas», ya que, según dijo, se actuaron como comentarios «le hacía daño a España». A preguntas de la defensa, luego agregó que su única afición era el club de tiro y que tenía que cuidar a su madre y hermana dependientes.
Entre los comentarios que hizo en el chat estaban: «Hay que ir a cazar a Sánchez como un cuerno (ciervo) y meter la cabeza en la chimenea. Hay tantos cazadores en España y ninguno ‘no tiene cojones’. Solo matan». pobres animalitos que no rompen España, a éste hay que cazarlo’; que su «mayor ilusión» era «meter al traidor Sánchez bajo la lápida de Franco» y que su «solución» a los problemas del país era «un levantamiento nacional, aunque parezca una locura». «Si no tenemos que ir allí como francotiradores anónimos, matando a estos hijos de puta poco a poco (…) Todo tiene que estar bien planeado para que salga bien, es decir que necesito ayuda», él dijo.
Fue en ese momento cuando Murillo empezó a pedir colaboración «pública y privada» para llevar a cabo su proyecto, estableciendo contactos con varias personas y dándose cuenta de que para «volar cabezas» necesitaba «más organización» para poder causar «terror».
En una de esas conversaciones, el acusado expuso sus intenciones: «Es un plan para acabar con el gobierno que existe, pero no quiero que nadie se entere, solo los justos. Es algo así como en la Segunda Guerra Mundial era Valkyrie (la frustrada). intento de asesinato de Adolf Hitler) Soy un francotirador y con un certero tiro acaba el Sánchez antes de que hunda por completo España. Las guerras no serían necesarias.”
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