Todavía no se cumple un año desde que Alberto Núñez Feijóo asumió la presidencia del PP y aterrizó en el Senado. En el principal escaparate de la política nacional, las Cortes Generales, encontró dos grupos parlamentarios que no controló y que ignoró en gran medida, aunque en la Cámara Alta, donde está todas las semanas, tenía viejos conocimientos. Decidió hacer algunos ajustes, especialmente en la dirección parlamentaria, evitando grandes movimientos que desquiciaran al partido o pudieran generar desconfianza.
El puesto que dejó vacante Adolfo Suárez Illana en la Mesa del Congreso (órgano que gobierna, regula y organiza el trabajo del Parlamento) fue finalmente sustituido el pasado jueves, dos meses después. El nombramiento de Carmen Navarro como cuarta secretaria en su lugar está lleno de pistas. El actual vicesecretario general de Política Social cuenta con la confianza de Feijóo para reforzar la estrategia parlamentaria del partido, que a estas alturas de la legislatura es fundamental. “El gobierno tiene una mayoría garantizada que vota en la cámara. Pero hay muchas batallas que se dan antes”, admiten ante la dirigencia conservadora.
El líder nacional tiene dos «pesos pesados» en su comité de dirección en el Congreso: la secretaria general, Cuca Gamarra, que encabeza el grupo y actúa como portavoz en las sesiones de control ante el presidente del Gobierno (en ausencia de Feijóo), y Carmen Navarro. . Otras personas importantes del partido ocupan un escaño pero no tienen un diálogo directo con Feijóo, al contrario de lo que sucede en el Senado, donde el líder conservador cuenta con más personas de su círculo más cercano.
Según pudo saber este diario, Feijóo quería que alguien con formación jurídica (Navarro es abogada de la Comunidad de Madrid) tomara las riendas del peso que tiene el partido en la Mesa del Congreso y que hasta ahora recaía en exclusiva en Ana Pastor. Navarro queda así facultado y garantizará la coordinación directa entre Génova y Acción Parlamentaria Popular. No es una tarea fácil, admiten fuentes del partido, porque a estas alturas de la legislatura la batalla contra el Gobierno se desarrolla en el ámbito puramente institucional.
Hay ejemplos muy recientes como la ley del «sólo sí, es sí», cuya temporalidad depende en gran medida de cómo se gestionen los primeros pasos en el hemiciclo. El PSOE reclamó este viernes la urgencia de su nuevo proyecto de ley tras evitar pelear una calificación rápida en la reunión de la Mesa del pasado martes, lo que habría permitido que el debate pasara al pleno la próxima semana. La sorpresa fue evidente para el PP: en plena crisis gubernamental y mientras los socialistas reconocían la urgencia de apagar el fuego de la reducción de penas para los delincuentes sexuales, el tiempo seguía girando.
Además, desde diciembre está pendiente el proyecto de ley que ha registrado el pueblo y que, precisamente, iba en la dirección de un endurecimiento de las penas mínimas tal y como las preveía el Código Penal antes del reinado de Irene Montero, como hoy el PSOE también quiere. Los textos de los dos partidos mayoritarios son casi idénticos. El PP ha renunciado a tocar la parte vinculada al consentimiento que defiende Igualdad tanto como para no alargar más la tramitación parlamentaria. Y ahora lamenta que no se haya discutido todavía.
Aunque el gobierno tiene la mayoría de la Mesa del Congreso, los más populares reconocen que ahora es fundamental «mantenerse erguidos» y estar muy al tanto de cada detalle. Sobre todo, teniendo en cuenta que el PP hace mucho trabajo de oposición en cuestiones formales dentro de las Cámaras en una denuncia constante de que los grupos ejecutivos se saltan trámites imprescindibles para favorecer su actuación.
A finales del año pasado, el PP obtuvo una importante victoria judicial al recurrir ante el Tribunal Constitucional las modificaciones que el Gobierno había realizado en su reforma del Código Penal sobre sedición y malversación para acelerar los nombramientos del propio TC y conseguir finalmente una mayoría progresista. El pueblo logró frenar al ejecutivo demostrando que estas reformas no tenían nada que ver con la reforma de una ley orgánica tan sensible.
El papel de Navarro en la Mesa está llamado a que la dirigencia nacional estreche el control del Congreso, teniendo en cuenta que la persona que ahora hace este trabajo sola, Ana Pastor, no forma parte del comité de dirección. El exdiputado y exministro adelgaza con la aparición de Navarro. En el grupo parlamentario reconocen que «podrían saltar chispas» por el choque de dos personalidades fuertes, aunque aseguran que hace falta un refuerzo para librar una batalla mayor.
Había más nombres que parecían estar sobre la mesa. Uno, sin duda, el de José Antonio Bermúdez de Castro, que acumula una larguísima carrera como diputado y que también encaja en el puesto. Pero Feijóo, a quien reconocen en el juego, fue claro en la decisión. «Las piezas encajan», aseguran en el grupo parlamentario, que se suma a la estructura fuera del partido que tejerá el líder conservador a través de la Fundación Concordia y Libertad, y para la que ya ha fichado Pablo Vázquez, economista y presidente de Renfe. entre 2014 y 2016.
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