Cómo la calidad del sueño puede afectar las perturbaciones eléctricas en el cerebro

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 50 millones de personas padecen epilepsia. En España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), la epilepsia afecta aproximadamente a 400.000 personas.

Es la tercera enfermedad neurológica más común en las personas mayores y el trastorno neurológico más común en los niños.

Es una enfermedad del sistema nervioso central, en la que se altera la actividad eléctrica de las neuronas cerebrales, y provoca una predisposición a presentar convulsiones repetidas.

Una de las peculiaridades de esta patología neuronal es que puede presentar múltiples manifestaciones físicas como convulsiones o comportamientos inusuales, y en ocasiones pérdida del conocimiento.

Pero como explica la jefa de la clínica de epilepsia y jefa adjunta de neurología del Hospital Universitario La Luz de Madrid, la Dra. Asunción de la Morena, mientras que algunas crisis como las convulsiones son claramente observables y suelen llevar a las personas a recibir atención médica rápidamente, otras veces las manifestaciones clínicas son menos notorias.

Esto supone un gran problema ya que diversos estudios han demostrado que un retraso en el diagnóstico de determinados tipos de crisis epilépticas conlleva, según el médico, a que:

  • “Alrededor del 70% de los pacientes se controlarán con medicamentos, pero si se realiza un diagnóstico y tratamiento adecuados”.

¿Cuál es la relación entre el sueño y la epilepsia?

Para el Dr. Eduard Estivill, reconocido neurofisiólogo clínico y especialista del sueño de la Unidad de Gestión del Descanso Olympia Quirónsalud, es fundamental recordar la importancia y la relación que tiene la epilepsia con el sueño y sus etapas.

  • “En el mundo de las ciencias médicas (académicos, médicos, enfermeros, etc.), la acción del sueño es reconocida como facilitadora tanto de las convulsiones como de las anomalías epileptiformes, es decir, alteraciones eléctricas en el cerebro sin cuadros clínicos asociados”.

Como explica el Dr. Estivill, el sueño generalmente se puede dividir en dos etapas distintas:

  • Sueño no REM, que incluye tanto las primeras etapas del sueño como el sueño profundo.

  • Y la segunda etapa es el sueño REM.

“Es durante el sueño no REM y en los estados de transición entre las fases que se manifiestan con mayor frecuencia las crisis epilépticas y las anomalías en la actividad eléctrica cerebral. Por el contrario, el sueño REM tiene un carácter inhibidor de crisis”, señala.

Además, como explica Estivill:

  • “Es importante mencionar que existen trastornos epilépticos que se manifiestan solo durante el sueño y que la calidad del sueño influye directamente en estas manifestaciones”.

  • “El sueño afecta las manifestaciones epilépticas, pero la epilepsia también influye en el sueño, tanto directa como indirectamente”.

Y añade el especialista: “Los pacientes que tienen convulsiones nocturnas suelen tener un sueño más inestable, con un mayor número de despertares en detrimento de un buen descanso. El tratamiento farmacológico para tratar los cuadros epilépticos puede dar lugar, en algunos casos, a un aumento de la somnolencia diurna que repercute en la vida diaria, el descanso y el bienestar general.

¿Cómo se diagnostica la epilepsia a través de los estudios del sueño?

Tal y como explica la Dra. Anabel Puente, Jefa Adjunta de Neurofisiología del Hospital La Luz, la gran variabilidad clínica que presenta la epilepsia hace imprescindible realizar un diagnóstico correcto que nos permita ofrecer al paciente el mejor tratamiento.

  • “El electroencefalograma (EEG) es la prueba diagnóstica que mayor utilidad ha mostrado en la categorización de las convulsiones”.

  • Video-polisomnografías. “Son estudios de mayor duración que se realizan para aumentar la rentabilidad diagnóstica. Esta prueba permite evaluar la actividad cerebral del paciente tanto durante la vigilia como durante el sueño, aumentando así las posibilidades de encontrar una alteración”.

Su realización nos permite saber cómo está la actividad cerebral del paciente tanto durante el día como durante el sueño, aumentando así las posibilidades de encontrar una posible alteración.

Porque, como señala el Dr. de la Morena:

“Durante estos estudios, los pacientes duermen en un ambiente controlado y se les conectan electrodos y sensores para registrar su actividad cerebral, pero las grabaciones también estudian los patrones de sueño, los movimientos musculares, la frecuencia cardíaca y la respiración”.

Tal y como describen los neurólogos del Hospital Universitario La Luz, mediante la realización de una videopolisomnografía se podrá distinguir si la crisis que sufre el paciente es epiléptica o no, así como diagnosticar el tipo de epilepsia que presenta el paciente. su gravedad y respuesta al tratamiento.

Además, ayudará a conocer el patrón de las convulsiones, es decir, si ocurren mientras el paciente está despierto o dormido y con qué frecuencia ocurren. “Es un estudio fundamental en caso de que sea necesario un tratamiento quirúrgico”, subraya Anabel Puente.

“Además de ayudar en el diagnóstico de la epilepsia, la videopolisomnografía también puede ser útil para evaluar otras afecciones médicas que pueden afectar el sueño, como el síndrome de apnea del sueño o la narcolepsia, entre otras.

Esto es importante porque cada una de estas condiciones puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de una persona y, en el caso de la epilepsia, puede complicar el tratamiento”, concluye la Dra. Asunción de la Morena.

Recomendaciones para el descanso adecuado en pacientes con epilepsia

Tal y como señala el Dr. Eduard Estivill, “la privación del sueño aumenta el riesgo de convulsiones en pacientes epilépticos”. Por ello, este experto insiste en que “un buen sueño influye en el paciente epiléptico como mitigador de los cuadros clínicos, ya que una buena calidad del sueño mejora la calidad de vida de una persona en general y disminuye los cuadros clínicos en los pacientes epilépticos”. convulsiones

Y para conseguir ese buen sueño, el neurofisiólogo aconseja «rutinas preestablecidas (por ejemplo, evitar pantallas, alcohol o bebidas energéticas a medida que se acerca la hora de acostarse) evitando la fragmentación del sueño».

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