El Real Madrid es un equipo incapaz de sufrir miedo escénico. Su dominio de las situaciones extremas, sea cual sea el deporte, le permite transformar las llamas del infierno en viento de cola. El conjunto blanco lo volvió a hacer en Belgrado, que se había callado al principio por el luto por el asesinato del colegio y lo volvió a hacer al final, con la segunda victoria consecutiva de los de Chus Mateo para salir igualados de la serie (2-2). . El quinto y último encuentro, que decidirá el rival del FC Barcelona en la «final four», tendrá lugar en el WiZink.
La serie se conserva en la biblioteca de la revista. Cada juego, una discusión. De la pelea del segundo asalto a la reconciliación de los dos equipos bajo el minuto de silencio por las víctimas del tiroteo ocurrido en el centro de Belgrado. Una tragedia que empapaba la cara de un Stark Arena abarrotado que arrancaba lleno de rosas blancas. La emoción de un momento que cambió el ánimo de todo un país, donde las balas son ecos del pasado que ya nadie quiere escuchar, se palpaba en los rostros de los jugadores.
Duelo de puntos: Hanga vs. Leday
Pero tras el parón inicial, el Partizan – Real Madrid siguió siendo eso: un gran partido de baloncesto donde el equipo de Chus Mateo empezó con mejor pie pese al regreso de Lessort al once inicial tras cumplir la sanción por la batalla campal del WiZink. Dzanan Musa llegaba bien al partido, un jugador para el que la racha se disparaba. Pero todo en la pista pasó por la salud de Tavares. El martilleo de las blancas obligó a Obradovic a pedir un tiempo muerto en el 7-14.
Sin embargo, el Partizán estaba rígido y en defensa se desmoronaba para permitir triples directos de Hanga, que sacaba 3/3 como si nada. En el lado rival, sólo Leday (14 puntos y 7 rebotes ofensivos en el primero) se inspiró ante un Real Madrid que mutó la defensa en el área mientras en ataque sacaba el cuchillo por fuera. Al final del primer cuarto, 15-27, que fue más que un resultado. Quizá los mejores minutos de la eliminatoria.
Belgrado celebra las personalidades de Tavares
El juego estaba enrarecido en todos los aspectos, sin un ritmo claro. Lo que estaba fuera de toda duda era la importancia de Tavares, cuya aptitud es una cuestión de estatus. Belgrado celebró faltas personales contra el caboverdiano, pero su rival, Lessort, no supo aprovechar ocasiones desde la línea de tiros libres. Las faltas condicionaron a los de Chus Mateo, que vieron como Randolph, la alternativa del africano, cargaba de tres con el 32-34 en el marcador.
Eso complicó los planes del técnico español, que en uno de los descansos le dijo a su mejor arma: «Te saco antes de que acabe el cuarto». Cuando por fin el Partizan pudo adelantarse en el marcador, Gaby Deck se activó, de vuelta tras sanción, para frenar el entusiasmo de un equipo estimulado por la grada. La psicología iba a ser más importante que nunca.
Vuelve el ‘sorpasso’ serbio y las canciones
Un amigo de Leday puso el 39-40 y obligó al Real Madrid a pedir un tiempo muerto. Al igual que el primer cuarto, el segundo terminó con una canasta límite. Entró Papapetrou, pero a Andjusic se le acabó el tiempo. Los madridistas mantuvieron su hegemonía en el marcador (42-45) en el descanso. Más allá de los números y las condiciones, la selección española estaba más que viva. Hanga, que sumaba 15 puntos y 17 de valoración al descanso, destacó el margen de mejora: «Aún hay que ganar duelos en el rebote: sobre todo en defensa, hay que mejorar».
Con el cover, las canciones regresaron al Stark Arena, y con ellas, el alboroto de la blanqueada. Comenzó la batalla particular de Obradovic, quien pidió un «desafío» para revisar una salida de graduación celebrada en los cielos de Belgrado. Sin embargo, la interminable historia del Partizan. Exum falló en el intento de poner la primera ventaja y protestas por una falta reclamada, nació la técnica que entregó la demarcación.
El responsable Tavares y el irresponsable Nunnally
Al final, Andjusic consiguió el 51-49, una ventaja fugaz gracias a un Tavares que cargó de faltas a la defensa rival (a los 3:46 metió un bonus), robó y marcó para sofocar la rebelión. Ha llegado el tercero de Cabo Verde. El fantasma de su ausencia de la pista lo disolvió Deck para poner el 55-61 con el que llegó al último cuarto. Las muñecas del Partizan, sin el francotirador Punter, temblaban a excepción de Leday.
El partido iba a requerir un esfuerzo colectivo y rotaciones exitosas. Con el «Chacho» Rodríguez sobre el césped, el balón empezó a correr hasta llegar a las siete asistencias que mantenían al Real Madrid en cabeza, donde afloraron individualismos coordinados. La más trascendente fue la de Deck, un jugador único cuando se trata de ganar el balance final. Hasta que una falta de Leday le deja fuera de juego en el 74-78. El dolor fue tal que incluso torció el rostro de un argentino normalmente inquebrantable.
Que dañinas son estas series, donde los equipos se transforman. La cara de desconcierto, miedo y prisa que mostró el Real Madrid en el segundo partido pasó a ser propiedad del Partizán. Los tiradores como Nunnally y Exum huían de la responsabilidad a medida que los porcentajes de tiro caían en picado. Pero una jugada de brujería de Madar, que impidió que Goss anotara, cerró inesperadamente la brecha a 78-80. Y de nuevo, cuando el Partizán asomaba el ojo por la mirilla, un manotazo de Tavares les devolvía a la dura realidad de la final del 78-85 que acabó con toda la revolución que protagonizaron en Madrid.
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