Hay quienes asocian la figura del camello con los paseos a caballo que recorren determinados pueblos y aldeas en la víspera del día de los Reyes Magos, así como con esas exóticas caravanas de senderistas en acompasadas filas sobre el paisaje volcánico de Lanzarote. en pleno parque natural de Timanfaya. –recuerdos a los que han recorrido la mítica Ruta de la Seda en la lejana Asia– y quizás con las espectaculares carreras que se retransmiten por televisión, uno de los deportes más conocidos y más vistos en algunos países árabes.
La presencia del camello en Canarias se remonta nada menos que a seis siglos. Yuri Millares describe en la revista Pellagofio (7 de noviembre de 2018) cómo recién a principios del siglo XV, tras la conquista de las islas de Lanzarote y Fuerteventura por parte de los normandos, estos señores iniciaron expediciones o incursiones hacia Berbería (África), » anda en busca de esclavos… y dromedarios, el camello de una joroba». De paso, este investigador comenta que debido a la corta distancia desde la costa sahariana a Fuerteventura (apenas 95 km) y dada la “inestabilidad de las pequeñas embarcaciones que se acercaban a la orilla”, que no permitían el embarque de animales, la tradición oral transmitió la creencia que «¡el transporte se hizo remolcándolos!» Para ello, utilizaron la flotabilidad de sus estómagos, que actuaban como bolsas de aire, y la capacidad de estos animales de cerrar herméticamente las fosas nasales, lo que evitaba que se ahogaran.
Desde entonces, la huella del camello se ha extendido por toda la geografía insular, con mayor presencia en Gran Canaria y Tenerife, además de Lanzarote y Fuerteventura. Su uso principal era el de bestia de carga, transportando todo tipo de mercancías en distancias cortas y largas, superando fuertes pendientes, así como convirtiéndose en auténticos tractores ante la falta de medios mecanizados en la agricultura de las islas.
Así es como el camello de la isla desarrolló una constitución relativamente más fuerte en comparación con la de sus hermanos africanos; más huesuda y de puntas más cortas, también más ancha en el pecho, se le bautizó con el nombre de tacho. Precisamente por estas cualidades, el primer camello que llegó a Australia, en 1840, procedía de las Islas Canarias. Como informa la revista Pellagofio, “Los hermanos Phillips (Henry, George y GM) compraron nueve camellos en Tenerife en 1840 y cuatro o seis de ellos fueron embarcados en el SS Apolline, un barco fletado desde Londres. El barco llegó al puerto australiano de Adelaide el 12 de octubre de 1840, pero solo sobrevivió uno, llamado Harry.
Lo cierto es que con el tiempo su utilidad ha ido disminuyendo y con ella su presencia, quedando el camello relegado a episodios testimoniales, tanto que en 2002, con sólo cuatro ejemplares registrados en España y cerca de un millar repartidos por el resto del planeta , el gobierno español y la Unión Europea la han declarado en peligro de extinción.
Afortunadamente, una familia de ganaderos de la isla de Fuerteventura, los Cabrera, se han comprometido con la conservación de esta raza, poniendo en marcha un proyecto de investigación y desarrollo en colaboración con universidades de Madrid, Barcelona y Arabia Saudí para examinar en detalle la propiedades de la leche. de este animal y otras posibilidades de comercialización.
Guacimara Cabrera, directora general de Oasis Wildlife y responsable de comunicación, marketing, educación ambiental y de la Fundación Chekipa, implicada entre otras cosas en el proyecto DromeMilk, además de presidenta de la Asociación Canaria de Criadores de Camellos, figura como alma mater de hecho realidad este sueño, que apoyó con amor y mucha paciencia.
Los frutos empezarían a llegar a los laboratorios y de ahí, en marzo de 2011, cuando el camello canario fue reconocido como raza por la Comisión Nacional Coordinadora para la Conservación, Mejora y Fomento de las Razas Ganaderas del Ministerio de Agricultura. La recompensa, el pasado mes de febrero, cuando se autorizó a la Asociación de Criadores de Camellos de Canarias el uso del logotipo Raza 100% Autóctona, que se puede utilizar en carnes, leches, pieles y productos elaborados y derivados de animales de raza canaria.
Además de los derivados lácteos, en el caso del yogur, el chocolate, los helados y el café con leche, también se estudian las posibilidades de consumir lana o carne, estudiándose otros productos.
Un auténtico toque «gourmet»: bombones con leche de camella
Fue con motivo del Salon des Gourmets 2023, celebrado el pasado mes de abril en el pabellón Ifema de Madrid, cuando la gerente de DromeMilk Camel Bio Farm, Guacimara Cabrera, presentó los primeros bombones del mundo elaborados con 100% leche de camella. “Con esta producción de alimento Km0 y una raza 100% autóctona, buscamos devolverle protagonismo a un animal que ha tenido un papel en la cultura canaria. El proyecto de la leche de camella representa empleo, innovación, turismo, conservación y protección de una raza que es muy nuestra y está en peligro”, dijo a los asistentes.
Los bombones incluyen productos de Fuerteventura y Lanzarote. El maestro chocolatero Enrique Manuel Martín -que tiene un taller en la localidad de Arrecife- se inspiró en Canarias y diferentes productos de estas islas para elaborar los chocolates, que se comercializarán a partir de este verano, una vez finalizados los trámites administrativos. , con el nombre de Biocho Bon Bon, en memoria del camello Biocho, animal fallecido que fue parte fundamental de los proyectos educativos y de conservación llevados a cabo por la Biogranja de Camellos DromeMilk.
El caramelo Tuno Volcano mezcla chocolate negro 70% orgánico con mermelada artesanal de atún canario Km0. Por su parte, la Crema de Tofio combina leche de camella con queso artesanal de cabra majorera ahumado y mermelada de higos blancos de Canarias. La variedad Magua Majorera mezcla leche de camella y chocolate con leche ecológico, caramelo y sal marina natural de las Salinas del Carmen de Fuerteventura. La Primavera Canaria mezcla esta leche con chocolate blanco ecológico y fresas de Valsequillo.
Sus posibilidades gastronómicas se extienden a preparaciones como el yogur, el chocolate o el helado. De hecho, ya hay pruebas de platos elaborados con leche de camella, como la mousse de gofio con plátano caramelizado; chips de plátano y almendras, o una torrija con crema pastelera y almendras garrapiñadas, más polvo de frangollo.
Una leche materna y base del futuro
‘Oro blanco’ contra la sequía.
A lo largo de los siglos, la leche de camella ha sido un recurso indispensable en la dieta de los habitantes y nómadas de las zonas más áridas del planeta, que han utilizado este oro blanco -así lo llaman en Kenia- como alimento para largos viajes por el desierto. Tanto es así que en África estos mamíferos rumiantes se han convertido en una apuesta segura contra los rigores de la sequía y la migración.
Frente al cambio climático.
Son los animales del futuro. “Los camellos están muy bien adaptados al cambio climático y han evolucionado durante milenios para sobrevivir en climas secos y cálidos”, dice Piers Simpkin, coordinador principal de programas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Kenia.
La leche de una madre. Gerardo Caja, catedrático de producción animal de la Universitat Autònoma de Barcelona, señala que este lácteo “carece de una proteína que contiene la leche de vaca y nos es totalmente ajena, la beta-lactoglobulina, que tampoco está presente en la leche materna. Es la proteína que evita que el recién nacido tome leche de vaca si no está formulada. Además, la camella tiene componentes positivos en cantidades muy grandes, como la lactoferrina o la lisofima.
más rico en vitaminas
La FAO afirma que la leche de camello tiene un contenido de vitamina C tres veces superior al de la leche de vaca, lo que ayuda a mantener la salud y la fortaleza del sistema inmunológico. Destaca también el contenido en vitamina B1 y vitamina B2, con mayor presencia de tiamina que la que se encuentra en la leche de oveja, cabra o vaca. Además, la leche de camella se digiere mejor que la de vaca por el tipo de proteína que contiene y el tamaño de los glóbulos de grasa.
lo mejor para la diabetes
Diferentes institutos nacionales de salud comparten la teoría de que la leche de camello también contiene otros ácidos esenciales positivos como el omega 3 y es una buena fuente de grasas saludables, como ácidos grasos de cadena larga, ácido linoleico y ácidos grasos insaturados que pueden ayudar a la salud del cerebro y el corazón. . . El European Journal of Clinical Nutrition, por su parte, reveló en un estudio que los niños diabéticos que tomaban leche de camella reducían la aplicación de dosis diarias de insulina entre 9 y 13 unidades. Con alrededor de 200.000 personas que padecen diabetes en Canarias -según adelantó la Consejería de Sanidad del Gobierno regional a finales del año pasado- beber leche de camella podría ser una opción obvia para mejorar el tratamiento.
inmunoestimulante
Un estudio publicado en el International Journal of Health Science encontró que la leche de camella estaba protegida contra la leucopenia (recuento bajo de glóbulos blancos) y otros efectos secundarios de la ciclofosfamida (un fármaco tóxico contra el cáncer), lo que respalda las propiedades inmunoestimulantes de la leche. El mismo medio también señala que este lácteo puede tener propiedades antioxidantes que ayuden a combatir el daño de los radicales libres.
La máscara
Lo cierto es que a pesar de las ventajas que ofrece esta leche, la baja producción que representa la camella frente a otros animales como la vaca, la cabra o la oveja la convierte en la más cara del mercado, rondando los 80 euros el litro. En total, Guacimara Cabrera, director general de la primera granja de camellos de España, Dromemilk Camel Bio Farm (Fuerteventura), no ceja en su empeño por afrontar, por un lado, el reto de ofrecerlo a un precio asequible y, por otro, mostrar sus beneficios en comparación con otras leches.
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