La figura de Rommel Fernández fue protagonista este lunes del Foro Ángel Arocha. Con la dirección de la periodista Mayte Castro y la participación de José Antonio Barrios, Eugenio Ibáñez, Toño Hernández y Chalo, los tinerfeños pudieron conocer al detalle la historia del delantero panameño, fallecido en un accidente de tráfico en Albacete 6 de mayo de 1993.
En general, todos señalaron la «humildad» y las condiciones «innatas» de Rommel como goleador. Barrios, en ese momento vicepresidente y secretario técnico del club, fue el descubridor de un jugador desconocido que llegó a la isla para participar en el Mundialito de la Emigración de 1986 con Panamá. “Fernando Pérez (técnico de Arona) me dijo que viniera al Sur, porque había un chico con buenas condiciones, con un juego parecido al mío, con bastante potencia, entonces organicé un partido amistoso entre Panamá y Alcalá. Lo que vi fue un atleta que necesitábamos pulir. Marcó cuatro goles de cabeza impresionantes”, recordó el Tigre.
Ibáñez, líder de la etapa dirigida por Javier Pérez, confirmó que «la primera noticia» que tuvieron en Tenerife sobre la existencia de Rommel fue «por» Barrios. “Vino entusiasmado”, aseguró antes de introducir en el debate a quien hizo el “enlace” entre todas las partes, Eduardo Valenzuela. “Era el presidente del comité organizador del Mundialito y tuvo a Rommel en su casa un mes antes de firmar el contrato”, dijo Eugenio. “Con el primer dinero se compró walkmans, estuvo todo el día con ellos”, dijo en referencia a la pasión del futbolista por la música latina.
De esta forma, sin esperarlo y con un acuerdo sellado en la pizzería La Toscana, Rommel pasó a formar parte del club, primero como jugador del filial, la Afición, ya que el primer equipo estaba en una categoría en la que la afición podía no foráneo, Segunda B. “Lo fichamos para el filial con Carmelo Marrero como entrenador, pero trabajaba en el primer equipo, con Martín Marrero”, precisó Barrios, para quien el papel de los preparadores físicos también fue fundamental. “El club le dio todo, confiaron mucho en él”, añadió.
Tras una campaña en la Preferente, empezó a marcar goles con el Tenerife en la temporada 87/88 y se consolidó la temporada siguiente como líder del equipo en el apartado goleador para conseguir el ascenso a primera división. Entre sus compañeros, Toño y Chalo. El primero mantiene los «cuatro años» que compartió con el panameño, antes de que fichara por el Valencia en el verano de 1991. «También conservo la maravillosa y gran persona que fue, con lo que luchó y trabajó para que fuera relevante para este club. «. , porque le pertenece un porcentaje muy alto de la promoción de 1989”, comentó Toño. “Era muy dedicado, honesto y honesto, un chico maravilloso”, remarcó.
Chalo resumió el carácter alegre de Rommel con la «sonrisa permanente» que puso en su rostro. “Nunca olvidaré su buena onda con todos, el ánimo que daba a los demás. Estuviste a su lado y explotaste de felicidad. Siempre hablamos de gente que se muere, pero en su caso todos decimos lo mismo, que no solo fue un gran futbolista, sino también una gran persona».
Para Ibáñez, la «mayor virtud» de Rommel, «aparte de sus cualidades futbolísticas», era «su humildad». “Su grandeza fue su sencillez, su empatía, amaba y se dejaba amar por todos”, explicó el exdirectivo del club.
El Tigre no ha ocultado que, 30 años después de la muerte de Rommel, sigue sintiendo ‘tristeza’ por no compartir más tiempo con el exjugador blanquiazul. “Es una isla que le fue dada a Rommel, y él se entregó a la isla; Era muy querido y nos dio lo mismo”, dijo Barrios. “Lo principal en él era su humildad con todos”, dijo con la certeza de que hasta el día de hoy, “c es una persona que todos llevamos dentro, que nos toca».
El foro de Arocha contó con la presencia de Paulino Rivero. El presidente del club intervino en el arranque y subrayó la capacidad natural de Rommel para encarnar «todos los valores que son necesarios para triunfar».
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