Hace cinco décadas, Joaquín Sabina se ganaba la vida en Londres, primero como camarero o publicista, luego como trovador por encargo, y queda una estela de apego a esta ciudad donde se incubó el artista que hoy conocemos. Fue en 1970 cuando, «a los 20 años, huyendo de los últimos zarpazos del franquismo», se encontró «aprendiendo el oficio en la calle, en el metro y en los peores arrabales», a veces incluso (no dijo que ) convirtiéndose en el mexicano y cantando ‘Cielito lindo’ «E incluso en mis sueños más locos, no podía imaginar que terminaría tocando para ti en el Royal Albert Hall».
El cantautor brindó un sonoro concierto en el Royal Albert Hall en el que mezcló reflexiones sobre el destino y la mortalidad con los grandes éxitos, frente a un ardiente público hispano, como parte de la gira Against All Odds tour.
Así fue, este viernes, en esta etapa británica de la gira ‘Against All Odds’, que supone el gran encuentro con Sabina tres años después del (literal) revés que la privó de sus últimas citas con Serrat. Una expedición en la que juega al escondite con el paso del tiempo y la mortalidad, como vaticina el tema inédito ‘Sentiendo lo mucho’, una especie de balance de vida en el que bromea sobre su episodio hospitalario y se presenta en el desfase, «aunque el al rifle no le quedaba ningún cartucho».
orgullo ambiental
Todavía le quedan unas cuantas, aunque parece pensativo y con ganas de recapitular: ahí fue la primera parte del concierto, donde convivieron esta pieza con ‘Cuando era más joven’ y ‘Lo niego todo. Chaqueta a rayas y ese bombín que un día le inspiró precisamente a los diputados británicos, sentado en una silla durante todo el concierto y cantando, a veces casi recitando, con esa voz profunda y ronca que le acerca a Tom Waits. La sala noble, a pleno rendimiento (5.000 personas) y ofreciendo un paisaje insólito: un público mayoritariamente hispano, español y extranjero, expresando un orgullo compartido ante la idea de apropiarse de la capital británica por una noche.
La dama de la guadaña reapareció en ‘Por el boulevard de los sueños ruptos’, cuando señaló que «lo peor de envejecer son los amigos maravillosos que se pierden en el camino», en alusión aquí a Chavela Vargas. Pero no se trataba de cantarle «para celebrar su muerte, sino su vida», insistió. Como cambio de tono, estuvo simpático el rock’n’roll de ‘Llueve sobre mojado’, con ese estribillo tan argentino y tan Fito Páez.
mimado por la pandilla
Allí estaba Sabina, operando con la espalda bien cubierta, una troupe de siete músicos que la envolvían y mimaban, que carburaban como un Rolls Royce y que le ofrecían descansos estratégicos: momentos de concentración para la cantaora Mara Barros, el guitarrista Javier Asúa ( exAlarma) y el cómplice más antiguo, el teclista-guitarrista Antonio García de Diego. Y elogios para «el único nuevo de esta gira», el ingenioso guitarrista Borja Montenegro, que toma el lugar del depurado Pancho Varona y que introdujo con reveladoras palabras: «siempre es bueno que alguien nos dé un poco».
Aunque el concierto se suele ofrecer de forma puntual (son poco más de dos horas y 21 canciones), en el Royal Albert Hall, por costumbre local (junto a la comodidad de consumir y ganar plata), hubo una media hora descanso, tras el que Sabina volvió con ‘Tan joven y tan viejo’. Un tema que, ya en 1996, dio un empujón a quienes especulaban con su ocaso por problemas de cuerdas vocales y rodillas. Sí, este Sabina abre las puertas a una versión más seria de sí mismo, aunque no deja que la trascendencia triunfe sobre la espectacularidad o su espíritu erótico-festivo. La síntesis de todo esto se coló en la lectura del poema “No hay nada alrededor”: “El arco, las pestañas, las pupilas, el peroné, la tibia, la nariz… El clítoris (aplausos), el alma, las cosquillas. Esta es mi patria», recitó en un momento en el que el Royal Albert Hall ya se derrumbaba a causa de ‘Una canción para Magdalena’, ’19 días y 500 noches’, ‘Princesa’, ‘Contigo’ o incluso la ‘Boda’ noches en tándem / Y nos dieron diez’, insinuando que el ‘show’ puede terminar algún día, pero todavía no.
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