En horas de la tarde de este miércoles 31 de mayo se difundió la noticia del fallecimiento de Rosario Pino Capote, una de esas personas que, aunque el trato no era frecuente, siempre mantuvo viva la amistad y, sobre todo, su compromiso social, su vocación. que siempre se manifiesta en una de sus facetas: ya sea en la docencia o en la política. Además, ardiente defensora de la integración de los más desfavorecidos, fue consagrada por el Instituto de Laicos Misioneros, lo que no le impidió dedicarse a la defensa de los sectores más desfavorecidos, objetivo que la convirtió en su razón de ser. En una conversación jovial, dijo que su objetivo era retirarse a los 80. Y se quedó en las puertas.
Nacida en Santa Cruz de La Palma, en enero de 1944, Rosario Pino -una de tres hermanos- se traslada con su familia -su padre era dentista- a El Paso a la edad de dos años, hasta que triunfa primero su deseo de estudiar filosofía. en la Universidad de La Laguna y posteriormente en la Complutense de Madrid.
Allí comenzó su dedicación durante 28 años como profesor de filosofía en la enseñanza secundaria y su compromiso social. Desde temprana edad participó como mujer consagrada en el Instituto de Misioneras Seglares, hasta el momento de su muerte, militante activa tanto durante el franquismo como con el advenimiento de la democracia en nombre de la igualdad.
Su compromiso religioso la llevó incluso a participar activamente en la política de izquierda, primero en la Asamblea de Canarias, luego en Iniciativa Canaria (Ican), en una generación a la que pertenecieron Wladimiro Rodríguez Brito, el conocido Oswaldo Brito o A ellos, ahora más contemporáneos, pertenecen los hermanos Víctor y José Alberto Díaz.
Tras haber sido docente, primero en el Instituto Cabrera Pinto y luego en el Taco, se incorporó al Departamento de Educación del Gobierno de Canarias con el reto de crear el Instituto de Universidades y desarrollar la reforma educativa de la Logse.
Ya en los años 90 impulsó la creación de Ataretaco, una empresa con un doble compromiso: la integración de los más desfavorecidos que realizaban labores en defensa del medio ambiente, con el apoyo del Ayuntamiento de Tenerife.
En 1995 aceptó la invitación de Miguel Zerolo para sumarse a su candidatura con CC. En el Ayuntamiento de Santa Cruz ocupó dos mandatos: el primero, como responsable de desarrollo local, germen de la sociedad del desarrollo, que combinó con la política de igualdad; en 1999 como asesor de servicios sociales y cooperación al desarrollo.
Pasados estos ocho años, regresa al instituto para realizar un curso para jubilarse como maestra de instituto y continuar los próximos cuatro años al frente del Instituto de Misioneras Seglares de Madrid.
Rosario Pino encarnó la consistencia del compromiso social, aunque tuvo que entrar en política para defender sus ideales religiosos no con palabras sino con hechos. Y allí se entregó.
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