Durante décadas, la comunidad científica viene alertando al unísono sobre la gravedad de la crisis climática y la necesidad de actuar para frenar su avance. Pese a todo, este fenómeno no sólo ha seguido avanzando sino que, según los últimos estudios, incluso se está acelerando en algunos casos a un ritmo hasta ahora impensable. Si esto continúa, los expertos advierten que se cruzarán varios «puntos de no retorno», exponiendo a las poblaciones y ecosistemas a diversas «amenazas existenciales». Pero, ¿qué son y cuándo sabremos que han llegado? Un estudio cuantifica por primera vez los llamados «límites seguros y equitativos del planeta» que debemos salvaguardar para evitar las consecuencias más extremas de esta crisis.
El análisis, publicado este miércoles en la revista ‘Nature’, ha sido elaborado por un panel internacional de científicos, que incluye a más de 40 expertos de todo el mundo. El estudio describe un total de ocho «termómetros» para medir el estado de salud de la atmósfera y de los distintos ecosistemas: el clima, el estado de los ecosistemas naturales y los recursos naturales, las fuentes de agua superficiales, las aguas subterráneas, la presencia de nitrógeno y fósforo en naturaleza y, finalmente, la cantidad de contaminantes atmosféricos. “La humanidad ha llevado al menos siete de estos indicadores más allá de los límites seguros y los ha colocado en lo que llamamos zona de riesgo, lo que representa una grave amenaza para la salud humana y planetaria”, explican los investigadores que lideraron este trabajo.
«La humanidad ha empujado estos indicadores a una zona de riesgo»
Los indicadores utilizados en este estudio analizan, por ejemplo, el estado del clima, la biodiversidad y los diferentes tipos de contaminación (tanto atmosférica como terrestre o acuática). A partir de ahí, no solo se estudió la evolución de estos “termómetros”, sino que también se midió su impacto en la salud de las personas y los ecosistemas tanto a nivel local como a escala más global. Como explican los autores de este análisis, los resultados también incorporan conceptos como «justicia» o «equidad» para comprender hasta qué punto el avance de estos fenómenos puede causar daños a las personas y al planeta.
Calentamiento global
Uno de los ejemplos más claros para entender qué significan estos indicadores y por qué nos preocupa tanto haberlos superado es el caso del clima. El estudio calcula que el único «límite seguro» del calentamiento global sería un aumento de los termómetros de, como máximo, un grado por encima de los niveles preindustriales. Ahora mismo, según los últimos análisis, el globo ya está entre 1,1 y 1,2 grados más caliente que hace un siglo (y en algunos lugares, como España, esta cifra es incluso superior). Los principales acuerdos ambientales obligan a los países a limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados, lo que, según los expertos, está muy por encima de los «límites seguros».
Otro ejemplo es el caso de los ecosistemas. Como indica este último análisis, las actividades humanas están alterando los flujos de agua, liberando cantidades excesivas de nutrientes en los cursos de agua (especialmente a través del uso de fertilizantes, como sucede en lugares como Doñana) y reduciendo cada vez más el número de áreas, lo que no solo amenaza los medios de vida. de miles de personas, sino que también pone en peligro el futuro de estos ecosistemas naturales. «El sistema de la Tierra es un conjunto interconectado de procesos biofísicos que operan a través de regiones y escalas. La interferencia en una parte del mundo puede tener enormes impactos en otras regiones», dice Wendy Broadgate, directora ejecutiva de la Comisión de la Tierra y Future Earth.
«El sistema Tierra es un conjunto interconectado de procesos biofísicos»
El análisis concluye que para garantizar un futuro seguro y sostenible, debemos limitar el calentamiento global a un solo grado; proteger entre el 50 y el 60% de los ecosistemas naturales del mundo; cambiar los caudales de los ríos en menos del 20 %; limitar drásticamente las descargas de nitrógeno y fósforo a la atmósfera y a los ecosistemas; y, en general, limitar drásticamente las emisiones de aerosoles contaminantes. “Es fundamental trabajar en todos estos objetivos de forma conjunta y holística”, advierte Johan Rockström, director del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam y coautor de este estudio.
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