Veinticuatro de los temas compuestos por Elfidio Alonso conforman la última producción de Sabandeños, que narra la vida de su mentor en cinco actos. ‘Elfidio’ no es sólo el fundador del máximo representante del grupo folclórico canario, sino también el título de una antología que permite el reencuentro y la reconciliación con las raíces. Es una cita con ‘Don Quijote’ a caballo entre isas, folias y malagueñas.
En torno a una mesa y tres sillas comienza ‘Elfidio’, el gran musical con el que Los Sabandeños hace eterno al maestro del folklore y el folklore, con la magia de este abogado, periodista, alcalde de La Laguna y sobre todo enamorado de la tierra y su voz que, casualmente, elevaba las isas, las folias y las malagueñas al nivel del espectáculo.
Una noche para Elfidio
Cuenta en el expediente del hecho que “la historia de Elfidio es la de un pueblo, son sus voces y sus imágenes las que cuentan lo que significa para ellos Los Sabandeños, lo que Elfidio. Gente de la calle, cuya vida, a veces sin saberlo, ha viajado siempre paralela a la figura del compositor lagunero. Un espectáculo impactante, tradicional, original, lleno de música, folclore, amistad, reflexión y Elfidio, con su portada llena de esperanza y su mirada cómplice. Y esa es una de las pocas veces que falla una presentación. Porque ‘Elfidio’ es verlo, sentirlo, apreciarlo, tocarlo. pruebalo.
En una suave transición, donde en cada tema que sigue hay espacio para más emoción, se recopilan veinticuatro de los temas que llevan la firma del mentor de Los Sabandeños. La prueba de la excelencia de este musical folklórico es que cuando terminas, no solo pierdes la noción del tiempo transcurrido, sino que incluso dejas paso a la tertulia para recordar las joyas que quedan en la sala, como como una pieza de la Misa de Sabandeña o La cantata del Mencey Loco.
‘Elfidio’ es el esplendor, el broche de oro, el testimonio vivo de la exquisitez y excelencia del director musical de la agrupación, Israel Espino, que con el timple se acuesta y sin aparentar esfuerzo lleva a Los Sabandeños y a su fundador A la Eternidad, como disfruté cuando el musical se estrene el jueves 8 de junio en el Teatro Leal.
El mismo Elfidio Alonso pasó la tarde del jueves con su inseparable Magda Palazón camino de El Leal por Juan de Vera, cerca del Ateneo –como canta el isa–; A las puertas, el alcalde en funciones, Luis Yeray Rodríguez, quien junto a miembros de su equipo lo saludaron en medio del alboroto en la calle a la espera del estreno del espectáculo.
Noche de apertura en el Departamento de Bomberos de Laguna. 8 de junio y parecía el día de Canarias. En el escenario Leal, dos elementos que recrean el ADN del grupo, un pesquero y otro, en su marco. Enfrente, una mesa y tres sillas que recrean los humildes comienzos del grupo que tuvo en las voces y los instrumentos de cuerda su salvoconducto para exportar el folclore más allá de los mares.
A partir de entonces, Alicia Ramos y Carmen Hernández, como musas, llevan el hilo conductor que desde el principio aprieta el corazón del espectador, en sintonía con el futuro de la bisutería, desde Isa del Puntero, hasta Canción para un timple, El pescador de morenas, La leyenda de San Borondón, Campanas de La Laguna, Parranda Canaria, Tenderete, Isas y Tanganillos de los Cantos Canarios, El canto de la calle, Polca Frutera, Tambor de los secos, Llámame guanche, Isa de la ventana, Isa del Canario, Malagueñas a la madre, Folías de la libertad, Por Aguere, Isa de Luciano y Lucha Canaria para, como en todas las grandes solemnidades de estas características, concluir con Canarias.
La imagen inicial, que recrea la sala de partos de Los Sabandeños en Punta del Hidalgo con la sobriedad de tres mesas y cinco focos azules y el arrullo del mar de fondo, permite escuchar a capella a los protagonistas de la fiesta folclórica, los cuales muestran maestría hasta incorporar a la tradición la técnica del sistema de megafonía hasta que se escuchan con calidad de CD. Limpio, puro.
El espectáculo comienza vacío. Con el timbre pico y se convierte en el tributo de la banda a su mentor, quizás en una de las pocas veces en su vida que ha visto a Los Sabandeños fuera de la caja. Y la ocasión lo merecía. Porque este espectáculo no es para contar sino para vivir.
Mario Vega, el director artístico de la puesta en escena, consigue emocionar trasladando sensaciones, e Israel Espino, el director musical, cierra el comunicado desenrollando cada argumento en forma de canción, desde el acento, la voz del grupo, Juan Díaz, a otros compañeros que transforman la canción tradicional en poesía, Gustavo Rodríguez, David Muñoz, Rayco Déniz o Moisés Melián.
Hay muchos momentos para destacar. Desde la sobriedad con la que recrean la condición periodística de Elfidio Alonso, con dos máquinas de escribir con las que dos sabandeños acaban tecleando como percusión al ritmo de un isa, hasta la sublime presencia del grupo que parece pararse sobre el dos de Los Sabandeños. o los testimonios, de jóvenes, adultos y niños y señoras…
‘Elfidio’ es el musical de la reconciliación. El reencuentro con el ADN de la guitarra, el temple y el requinto. Tras el escenario donde Los Sabandeños compartieron nombres de pila con las grandes figuras de la música nacional e internacional, vuelve a casa a ritmo de isa, folía y malagueña que Javi Hernández escribe con su voz en mayúsculas. Y para encogerse el corazón, Besay Pérez, que sacó lágrimas hasta de las lámparas de Leal a las malagueñas a la madre.
El musical termina y deja dos sensaciones. ¡Qué gran Elfidio Alonso Quintero! Gracias Sabandeños por hacerlo inmortal.
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