La primera reconstrucción digital de los músculos de un homínido (humano primitivo) ha demostrado que hace 3,2 millones de años, ‘Lucy’, el fósil de Australopithcus afarensis que revolucionó el estudio de la evolución humana, ya caminaba tan erguido como nosotros.
La investigación, dirigida por Ashleigh Wiseman de la Universidad de Cambridge, modeló en 3D los músculos de las piernas y la pelvis de la famosa Lucy, descubierta por Donald Johanson en Etiopía en 1974.
Nombrado en honor al éxito de los Beatles («Lucy in the Sky with Diamonds»), es uno de los esqueletos más completos de australopitecinos, del que se conserva el 40% de los huesos.
Durante su vida, Lucy medía 1,10 metros, pesaba unos 27 kilos, tenía un cráneo comparable al de un chimpancé y un cerebro equivalente a la tercera parte del nuestro. Se cree que tenía veintitantos años cuando murió, ya que le acababan de salir las muelas del juicio.
Australopithecus afarensis fue una de las primeras especies humanas que vivió en el este de África hace más de tres millones de años y logró adaptarse a los bosques y sabanas, lo que le permitió sobrevivir durante casi un millón de años.
Pero su característica principal es que podían hacer algo que los primates no pueden: caminar sobre dos piernas.
Sin embargo, aunque los paleoantropólogos están de acuerdo en que Lucy era bípeda, no están de acuerdo en cómo caminaba, y mientras unos creen que se movía agachada y que, como los chimpancés -nuestro ancestro común-, podía caminar sobre dos piernas, otros creen que se movía de forma bípeda, más cerca de nuestro bipedalismo de pie.
En los últimos 20 años ha comenzado a surgir un consenso sobre el enfoque completamente vertical, y el trabajo de Wiseman lo confirma. Los detalles de su investigación han sido publicados en la revista Royal Society Open Science.
reconstrucción digital
El estudio fue posible gracias a la publicación abierta de nuevos datos sobre Lucy, lo que permitió al equipo de Wiseman crear un modelo digital de la estructura muscular de la parte inferior del cuerpo del homínido.
Para recrear los músculos de Lucy, Wiseman usó resonancias magnéticas y tomografías computarizadas de las estructuras musculares y esqueléticas de una mujer y un hombre modernos para rastrear «trayectorias musculares» y construir un modelo musculoesquelético digital.
A continuación, utilizó los modelos virtuales del esqueleto de Lucy para «rearticular» las articulaciones, es decir, recomponer el esqueleto y recrear sus movimientos en vida, y finalmente, los comparó con los músculos humanos modernos.
El equipo recreó 36 músculos en cada pierna, la mayoría de los cuales eran mucho más grandes en Lucy y más voluminosos que en los humanos modernos.
Por ejemplo, los principales músculos de la pantorrilla y los muslos de Lucy eran más del doble de grandes que los de los humanos modernos, porque tenemos una proporción mucho mayor de grasa que de músculo.
De hecho, el músculo constituía el 74 % de la masa total del muslo de Lucy, en comparación con solo el 50 % en los humanos.
Los músculos extensores de la rodilla de Lucy, y el efecto de palanca que permitirían, confirman la capacidad de enderezar las articulaciones de la rodilla tanto como lo puede hacer una persona sana en la actualidad.
«Ahora somos el único animal que puede pararse con las rodillas rectas, pero los músculos de Lucy sugieren que era tan experta en bipedismo como nosotros, aunque es posible que se sintiera igual de cómoda en ella. Probablemente caminaba y se movía de una manera «de una manera que no vemos en ninguna especie viva hoy en día», resume Wiseman.
Estas reconstrucciones permitirán estudiar la movilidad humana y determinar «qué ha impulsado nuestra evolución» y qué capacidades «hemos perdido», concluye el investigador.
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