Medio siglo del día en que Las Teresitas amaneció rubia

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«La playa de las Teresitas está abierta al público». Así titulaba el diario EL DÍA el artículo del 16 de junio de 1973 que, con una foto de Enrique Martín en la portada, revelaba que “el alcalde ha cumplido su palabra. Sin ningún acto de inauguración, la playa de Las Teresitas, con su arena recién liberada, se abrió al público cruceño, que no tardó en ocuparla. No hubo invasión real porque ayer no fue feriado. Sin embargo, la afluencia ha sido notable. Hoy sábado y en especial mañana domingo será otra historia. Satisfacción, mucha satisfacción en las caras de todos los bañistas y visitantes. Las Teresitas, a pesar de su carácter provisional, es ya la gran playa de Santa Cruz”. Única referencia en esta edición.

El jueves 7 de junio de 1973, EL DÍA anuncia la apertura de la playa. «Una magnífica playa de arena blanca con forma de concha y un kilómetro y medio de longitud.» “El alcalde de esta capital, Ernesto Rumeu de Armas, de regreso de su viaje por Madrid y Mallorca, visitó a las nueve de la mañana de ayer la playa de Las Teresitas, donde ya se ha finalizado el tendido de arena y los últimos retoques para la ‘ autorización de accesos y zonas de aparcamiento’.

“Se completará la apertura de un camino de entrada para vehículos, que llegará hasta el final de la plaza por Naissant. (…) Ha concluido la construcción del muro de contención de arena en todo el largo del casco, y se habilitarán plazas de aparcamiento entre éste y la montaña”.

Hasta entonces, Las Teresitas era una playa tan grande como incómoda y peligrosa, con poca arena en la orilla, calles tranquilas y fincas detrás, como recuerda Daniel Millet en su artículo Arquitectura con globo: el juicio por las ‘Las Teresitas’ caso Theresitas’, en 2016.

Conflicto por los “huevos de escorpión”

En San Andrés no se puso una primera piedra para el desarrollo turístico de su litoral, sino una playa rubia que abrió oficialmente sus puertas el 15 de junio y vino a apoyar la iniciativa privada que, con el visto bueno de la administración municipal, comenzó a concebir. distintos planes e ideas para la explotación económica de la playa y los terrenos aledaños en 1950 tras decantarlos con fines agrícolas, como recuerda Ruymán Izquierdo, vecino comprometido de El Suculum, en su estudio La playa de Las Teresitas: historia de un fracaso urbano. “Había dos edificios: una casita y un palacete al final de la playa, donde hoy sólo quedan dos enormes laureles de indias. La mansión, con amplios jardines y adosada al acantilado, perteneció a principios de la década de 1960 a los alemanes Diana y Karl, duques de Württemberg, que pasaban allí períodos de descanso. Se lo habían comprado a una familia local».

1953. El rompeolas del cambio

Los proyectos urbanísticos de Las Teresitas datan de 1953, cuando se proyectó el rompeolas, que en primer lugar no se ejecutó, sino que fue necesario hasta 1961 para que el Ministerio de Vivienda aprobara el plan de ordenación de San Andrés elaborado por los ingenieros Pompeyo Alonso y Miguel Pintor en el proyecto aprobado por el Ayuntamiento en junio de 1965.

Para asegurar la propiedad pública de los terrenos, se creó la Comisión de Compensación de Las Teresitas el 19 de abril de 1964, lo que facilitó la realización del proyecto en 1967, cuando se dio luz verde a la colocación de arena rubia y la construcción del rompeolas con la aprobación de la declaración de Las Teresitas como Centro de Interés Turístico Nacional que facilitó el acuerdo entre el Ayuntamiento y la Comisión de Compensación, el 21 de agosto de 1967, por el que pasan a ser de propiedad municipal 63.700 metros cuadrados.

La construcción del dique comenzó en 1968, cinco años antes de la inauguración de la nueva Teresitas, en la que se utilizaron cinco millones de sacos de arena rubia que se trajeron desde el Sáhara Occidental a bordo del buque Gopegui, de la empresa Foscatos de Bucraa, recuerda Millet .

Comienza entonces un laberinto urbano, sobre el que se plantea una especulación que incluso se refleja en el modelo presentado en 1972 y que prevé una población de 18.000 habitantes en San Andrés y 15.000 plazas turísticas distribuidas en una decena de edificios en primera línea de mar de altura media. de 12 plantas y un rascacielos al final de la playa, como recuerda Ruymán Izquierdo en sus investigaciones, más urbanizaciones en ladera, Las Huertas o El Suculum.

En 1986 se planteó la construcción de un solo edificio alargado en la costanera, partiendo de la entrada al barranco de Teresa; un muro de hotel de seis pisos que fue aprobado en el plan parcial el 21 de junio de 1988 con el rechazo de los santacruceños.

El proyecto quedó paralizado hasta una década después cuando se retomaron los planes de una urbanización de lujo en los valles de Las Huertas y El Cercado con un millar de viviendas, mientras el Ayuntamiento adquiría el frente de mar por 52 millones. Ello dio lugar a la denuncia interpuesta por el colectivo Ínsula Viable, liderado por los socialistas Santiago Pérez y José Ángel Martín, y que se saldó con seis penas de prisión (Miguel Zerolo, Manuel Parejo, Juan Víctor Reyes, José Tomás Martín, Antonio Plasencia e Ignacio González ) y el pago total de 61 millones de euros, más intereses, para indemnizar al Ayuntamiento de Santa Cruz.

a la primera persona

Rafael Hernández, actualmente de 78 años y presidente de la comuna de San Andrés, recuerda que mientras los políticos de la época vendían este gran centro turístico, los habitantes defendían su rechazo por tres motivos: su defensa de la continuidad de la playa Callaos y arenas negras. ; la continuidad del cementerio de San Andrés y la protección de El Suculum. “Un candente ejemplo” de que la playa de Las Teresitas tiene arena negra es el desnivel de 14 metros de altura que se eleva junto al rompeolas de protección, dice.

Otro punto caliente de los agravios vecinales es el Cementerio de Traslarena, cuyo origen se remonta a principios del siglo XX. Rafael Hernández movilizó a un grupo de mujeres que hicieron guardia mañana, tarde y noche para evitar que una pala entrara y destrozara el cementerio. Todavía era la época de la dictadura y las mujeres se animaron porque no acabaron en el cuartel, como le había pasado al propio presidente de la asociación.

Resulta que cuando el entonces gobernador civil, Modesto Fraile Poujade, vio a Rafael Hernández, acusado de organizar policías paralelos con mujeres, admitió que era el maestro de uno de sus hijos, lo que le permitió recuperar su libertad.

La permanencia de El Suculum fue también otra de las puntas de lanza de la lucha vecinal llevada a cabo desde San Andrés. La región del Valle de Las Huertas fue piedra angular de proyectos urbanísticos y turísticos, pero sus primeros vecinos -Donato Peña Cedrés, Manuel Baute Pimentel y José Rodríguez (también conocido como José Belén)- se levantaron y contaron con el apoyo de la ciudad de San Andrés. , garantizando su sostenibilidad.

Contradicciones del boom turístico en Las Teresitas: se estaba construyendo una playa pero las casas del pueblo de San Andrés carecían de agua –solo había jets comunitarios, siendo el más grande el que está al lado del antiguo castillo donde iba la gente de El Suculum– donde no había alcantarillas. Otro motivo de la movilización, otro, el trazado de la carretera de acceso, que estaba prevista a mayor altura y habría significado el entierro de esta ciudad.

Domingo Brito, considerado el presidente perpetuo del CD San ​​Andrés -el más laureado de Canarias, añade con orgullo- desde antes de que se liberara la playa rubia de Las Teresitas, recuerda los camiones tumultuosos que transportaban arena del Sahara desde el Muelle Este, cuando las mujeres iban en traje de baño y no en biquini oa ciertos vecinos, «por miseria, pedían un centavo (sous) a los turistas que corrían por allí». Domingo, a sus setenta años, añade su condición de pescador y capitán de barco, profesión con la que levantó a su familia y crió a sus cuatro hijos, según supone, al tiempo que recuerda cómo desde la cofradía fue testigo de la construcción de los rompeolas brisa con las barcazas llenando este espigón de entullo.

Saturnino Hernández, más conocido como Pancho, recuerda que cuando tenía 16 o 17 años se fue a trabajar como administrador y vio la transformación de la región. “Se traían camiones de arena rubia y luego, cuando mejoraba, se repetía la operación porque había zonas claras de cantos rodados y arena negra”, para recalcar que este trabajo se hacía a mano, frente a la facilidad con la que se haría. han sido hacerlo con los medios actuales. “En dos días con una retroexcavadora estaría lista”. «Recuerdo salir y jugar con amigos en la arena, buscando caracoles en lo que se promocionaba como la playa artificial más grande del mundo». Hoy, Las Teresitas es un referente como primera zona de baño de Santa Cruz, así como en los juzgados.

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