«Tengo una lesión completa. Soy un tetra. Ya no voy a caminar, lamentablemente. No puedo hacer nada por mi cuenta. Pero cuando pueda mover los brazos, llevar la silla eléctrica y operar mis manos. , voy a tener una nueva vida. No quiero estar deprimido. No, quiero llorar. Eso es lo que me afectó y tengo que tomarlo con naturalidad». Natasha Tavárez se presenta al Diario de España, de Prensa Ibérica, la deja boquiabierta. Con una fuerza inusitada, cuenta cómo un brutal accidente de tráfico la llevó al Hospital de Parapléjicos de Toledo, un centro líder en España en lesiones medulares y con una rica actividad investigadora. Un lugar que, lejos de lo que pueda parecer, está lleno de movimiento.
“Aquí viene llorando”, es una de las frases del hospital. Porque todo el que viene a Toledo ha salvado la vida en un país donde cada año se producen entre 800 y 1.000 lesiones medulares. Y, como dice Natasha, a partir de ahí todo vuelve a empezar desde donde estás. No importa lo difícil que sea. Por eso, en el centro de La Mancha les gusta hablar de que, más allá de estereotipos, ante la supuesta calma de sus pacientes, el hospital es actividad.
enfermedad de estela
Estela Merino, 25 para 26, de Tudela de Duero, Valladolid, recorre los pasillos del centro y mira atenta a los visitantes. Él quiere hablar. Esta es su segunda renta en Toledo. Enferma desde los 3 años de neurofibromatosis -una enfermedad genética que provoca el crecimiento de tumores nerviosos generalmente benignos-, en 2021 la operaron para extirparlos porque algunos de ellos ya le oprimían la médula. “Fui progresando poco a poco, estuve ocho meses, me sacaron en septiembre de 2021, y seguí en casa con ejercicios, con rehabilitación que me mandó el médico. Cuando parecía que estaba mejor…”, señaló. se complicó
Sigue su historia: Llegó un momento en que empezó a sentirse peor, perdió la movilidad en el brazo izquierdo, arrastraba los pies y, en febrero de 2022, terminó nuevamente en urgencias. «Vieron dos neurofibromas más apretando la médula espinal nuevamente. Era como más grave. No sabían si podía volverme tetrapléjica o hemipléjica», dice ella. Esta vez está en Toledo desde el 1 de mayo. “Estuve enfermo, con mucha fiebre, pero me estoy recuperando”, dice con optimismo.
Estela es amiga de Nastaha. En el jardín, centro neurálgico del hospital, salen, se encuentran y ríen. «Mucho», dirá Nastasha. En Toledo, con los últimos datos disponibles, a lo largo de 2022 se atendieron un total de 266 nuevos pacientes, 190 hombres y 76 mujeres de distintas comunidades autónomas. En los ingresos, las causas traumáticas siguen siendo las más frecuentes (58%) y el resto (42%) corresponde a ingresos por otros motivos no traumáticos. Como el de Estela.
la nueva realidad
También hay una nueva realidad, dentro de los ingresos de origen traumático, las caídas son la causa más frecuente (76 pacientes), por delante de los accidentes de tráfico (47), los accidentes deportivos (25), las agresiones (3) y el accidente aéreo. Entre los motivos de las caídas, aparece que 12 de ellas fueron caídas con intención suicida. La distribución por edades en este caso también es llamativa, destaca el hospital, ya que la media es de 35 años y el 50% tenía 25 años o menos.
La gran mayoría de las caídas (53 pacientes) se produjeron de forma accidental. La edad media de los ingresados fue de 61 años, la edad media más alta de toda la muestra. De hecho, casi la mitad tenía más de 65 años. Estas caídas las sufrieron 44 hombres, contra 9 mujeres.
es simon
Cuando esta editora escribe el informe, por pura casualidad, habla con Simón González. Un fatal accidente doméstico dejó a Simón en silla de ruedas en 2014. Casi una década en la que el trece veces campeón del mundo de kickboxing ha luchado por recuperarse. Sigue intentándolo. Pero el llamado es para lanzar una advertencia: ¡Mucho cuidado con las zambullidas! Alrededor del 6% de las lesiones de la médula espinal son causadas por un buceo imprudente, según datos de la Spinal Cord Injury Foundation. Especialmente, entre los menores de 30 años y durante los meses de julio y agosto.
Chicos muy jóvenes que se han quedado tetrapléjicos porque se rompieron el cuello saltando y, repite el tricampeón del mundo, hay que hablar de ello y mucho para concienciarles. Dice Simón que, desde su cargo de vicepresidente de la Asociación de Lesionados Medulares de Galicia, ve cosas muy terribles. La lucha de las familias, a menudo sin recursos suficientes, para mantener a estos niños heridos de por vida. Grandes cosas, insiste, siempre combativo. Siempre positivo. “La vida debe traer buenas noticias”, dijo el campeón gallego.
todo con berta
El día anterior a la visita a este diario, Estela leyó la noticia de la extremeña Berta Domínguez (28 años) que, precisamente, sufrió una lesión medular al tirarse a una piscina y que, por cierto, también estaba en Toledo. Terminó Medicina y este año aprobó el MIR pero le impiden incorporarse a las dos plazas a las que aplicó: Familiar y Preventivo. Una pregunta que levantó una gran cantidad de polvo y una gran ola de solidaridad. Natasha no lo había oído. En cualquier caso, le parece fatal. “Es una discriminación enorme”, asienta en una pequeña tertulia improvisada en una de las amplias y luminosas salas del hospital.
«Agarrarme a la silla y llorar no soluciona nada. Veo mis posibilidades desde donde estoy ahora», dice Natasha.
Natasha cuenta la historia de su accidente. vacío completo. No recuerda nada. Fue en 2022, en Zaragoza. Solo sabe que conducía porque iba a ver al médico. «Ni siquiera recuerdo cuándo cogí el coche», admite con moderación. Tiene 37 años y vive en España desde hace 16 años. Es dominicana y madre de un hijo de 14 años, que ahora está con la familia, en Borja. Su estado de ánimo va por días, pero, repite con decisión, tiene a este adolescente. debe ser bueno Su rutina consiste en ir al gimnasio a rehabilitarse o aprender a pintar con la boca. También talleres de memoria, lectura…
“Quiero estudiar logística y transporte en línea. Necesitaba apoyo psicológico, pero nunca he estado completamente deprimido. Agarrarme a la silla y llorar no soluciona nada. Veo mis posibilidades de donde estoy. son muchas barreras, nunca lo había pensado antes, cuando iba caminando por la calle», admite. A su lado, Estela cuenta cómo los pacientes se ayudan entre sí. “Nacen amistades muy fuertes”, dice el vallisoletano.
un infarto espinal
Manuel Salgado, de 60 años, cuenta los días para volver a Pamplona, que será a finales de junio. Lo hace desde la habitación donde también están Estela y Natasha. Camina con cierta destreza con sus muletas. ¿Qué pasó con Manolo? Un infarto de columna. ¿Un infarto de la médula espinal? «Yo tampoco había oído hablar nunca de él. Ni siquiera en el hospital (de Pamplona) sabíamos lo que era. Antes eran pocos, ahora son muchos», explica paso a paso Manuel, viendo la sorpresa en su rostro.
Hablamos de una patología grave y rara que afecta a la médula espinal y en la que es vital realizar el diagnóstico correctamente para evitar complicaciones y tratamientos innecesarios. Fue rápido, dijo Manuel. Comió, se sentó en una silla, sintió dolor y terminó en el hospital. Pasó por una unidad de ictus y de allí, en ambulancia, llegó a Toledo, donde lleva ya unos meses y está intentando recuperar la movilidad de esta pierna derecha que aún le falta.
Y en cuanto a la movilidad, Diana Herrera, Laura Blanco, Lucía García y Sara González forman parte de la Unidad de Biomecánica y Ayudas Técnicas que, como el resto de servicios de este hospital, se dedica a la rehabilitación de los pacientes mediante las últimas desarrollos Herrera, ingeniero biomédico, explica que es una unidad híbrida. Por un lado, tienen actividades clínicas y del día a día, como la realización de estudios de la marcha que aportan información cuantitativa sobre cómo caminan las personas, cómo avanza la rehabilitación y cómo abordar el tratamiento.
exoesqueletos
Al mismo tiempo, investigan y es ahí donde se enfocan en implementar tecnologías, tanto para miembros superiores como inferiores. El trabajo de Diana Herrera se centra sobre todo en el uso de tecnologías robóticas a nivel del miembro inferior. En su grupo, utilizan exoesqueletos, que son sistemas electromecánicos que combinan asistencia activa para ayudar a las personas a moverse cuando no pueden hacerlo por sí mismas.
Hay distintos tipos, describe el ingeniero, y los que se utilizan son los de rehabilitación. Su función es ser una herramienta más para los fisioterapeutas. El exoesqueleto -el paciente entra dentro de la estructura y se sujeta- debe poder pararse y caminar. El robot ayuda a realizar movimientos intensivos y repetitivos de forma estandarizada.
En la terapia tradicional es el fisio quien mueve las piernas de las personas, pero al automatizarlo con exoesqueletos, explica Herrera, el profesional no tiene que hacer esfuerzos innecesarios. En el centro tienen un exoesqueleto certificado para no usarse con muletas. Otros deben llevarlo con un soporte – muletas – para la estabilidad. “También es importante saber esto para bajar las expectativas de la tecnología, porque cada tecnología responde a algo diferente”, advierte el investigador.
¿Podré volver a volar?
Lo que preocupa ahora a Natasha, más allá de la tecnología, es si, ya tetrapléjica, podrá volver a viajar a su país, República Dominicana, a donde iba todos los años. «¿Podré viajar en avión ahora? Nunca he visto a una persona así en un vuelo transatlántico», admite. En la conversación, Estela dice que cuando sueña, lo que le da alegría es pensar en los bebés que han venido a su familia y pensar en los fines de semana, cuando sus padres pueden visitarla y traer a su perro, Toy.
Cada vez logra caminar más tiempo, pero tiene un dolor en el pie izquierdo que cree que le durará toda la vida. Estudió administración y finanzas. Hizo entrevistas. “Yo puedo trabajar en eso. También tengo el título de monitora de tiempo libre y, quizás, no es eso. Pero lo mío, que es el papeleo, lo puedo hacer”, vaticina sobre su futuro laboral con mucha ilusión.
.