Luego dicen que los atletas deberían ir a la universidad. Que su formación es muy necesaria cuando, aún relativamente jóvenes, tienen que abandonar su actividad. No le digas nada de esto a Mar Rovira (Barcelona, 1975), jugadora profesional de baloncesto desde hace 17 años, psicóloga de inmenso prestigio, que ha trabajado y trabaja con todo tipo de deportistas, desde equipos hasta individuales, como Jaume Masiá, segundo del Mundial de Moto3.
Y yo digo que no os cuenten las dificultades de compartir deporte al más alto nivel con los estudios, porque Mar empezó a estudiar psicología en Barcelona, tuvo que seguirla en Salamanca, la acabó en Lugo, se doctoró. en Santiago de Compostela y la tesis en León. ¿Todo este viaje tiene algún mérito?
ya son reconocidos
Rovira reconoce que trabajar en equipo no tiene nada que ver con trabajar con deportistas individuales, “aunque todo el mundo, incluso los tenistas o los pilotos, tenemos un equipo”. Dice, con satisfacción y orgullo, que ellos, los psicólogos deportivos, han dejado de ser ‘shookers’. “El deporte ya nos percibe diferente. Quand j’ai commencé, je passais une partie de mon temps à faire un travail didactique, à expliquer que ma présence là-bas était pour améliorer la performance de l’équipe ou de l’athlète, pas parce que personne n’avait de problema. Ahora todos creen que tenemos que ser parte de un equipo multidisciplinario”.
“Yo siempre digo que somos como detectives, que miramos en el entorno del deportista, qué partes influyen en su rendimiento, qué cosas le hacen daño y cuáles no y, a partir de ahí, intervengo y a veces esas acciones no lo son. agradable, no”, comenta Mar, que añade: “No me doy por vencido a la hora de reordenar el entorno del deportista, sobre todo si he descubierto claramente qué es lo que frena su progreso”.
“Los pilotos, con su aprendizaje desde la infancia, aprenden a superar y olvidar el miedo y el riesgo. Para ellos, no existen”
Y no solo son detectives, también son médicos de guerra. “Médicos de guerra porque, como en el campo de batalla, nunca sabes en qué situación te vas a encontrar. Y, en ese sentido, no es lo mismo que te contrate el club, el entrenador o el deportista. Afortunadamente en el mundial de motos me contrató el equipo Leopard Racing, que es una familia y uno de los mejores «equipos» de este «paddock», donde se trabaja de maravilla y, sobre todo, donde se sabe distinguir de una manera muy, muy profesional cuando trabajamos y cuando nos reímos”.
De nuevo, Mar ha trabajado con todo tipo de deportistas y en todo tipo de escenarios. Ella salió de cada situación más fuerte. “Soy muy fan de los pilotos, mucho, porque son jóvenes, muy divertidos y tienen muchas ganas de aprender y mejorar. A veces me recuerdan, aunque no es lo mismo claro, a los porteros de portería, que son , dentro de un equipo de cualquier disciplina, gente muy especial, mucho. No digo que sean individualistas, raros, como equivocadamente mucha gente pueda pensar, no, digo que son diferentes. Y los quiero».
Mar explica que lo primero que tienes que hacer cuando empiezas a trabajar con un motero es adaptarte a él. “O te adaptas o no te lo mereces y si no te lo mereces nunca harás bien tu trabajo y el piloto nunca notará la mejora en la pista, en los resultados. ¿Y por qué adaptarse? Porque se pasan el día adaptándose a las condiciones terriblemente particulares de su trabajo. Llueve, hace sol, neumático blanco, duro, corren en grupo, se escapan, la bici da vueltas, la bici tiene problemas…. pero siempre lo dan todo. Todo lo que explican los libros de psicología hay que dejarlo de lado, descartarlo, cuando se trabaja con ellos, que son como esponjas y sobre todo muy, muy, simpáticos y divertidos”.
niños muy atrevidos
Le cuento que Roser Alentá, la madre de Márquez, dice que sus hijos no tienen miedo “porque lo derrotaron cuando tenían cinco años”. “Es cierto, es la mejor explicación que he escuchado. Todo en ellos, en todos los motociclistas, que van a 200, 300, 360 km/h, es un proceso gradual de aprendizaje continuo y, a medida que crecen, a medida que pasan los años, a medida que entrenan y compiten, asumen el riesgo y evitan el peligro, el miedo. A lo largo de este crecimiento y aprendizaje, se han adaptado a la normalidad de no tener miedo. Para ellos, es casi natural. Durante todos estos años de aprendizaje, casi sin darse cuenta, van adquiriendo capacidades, aptitudes, con las que se minimiza mucho ese riesgo, que nunca desaparece”.
Bien sûr, Mar, qui a travaillé avec deux pilotes qui ont quitté les courses dès qu’ils ont senti qu’ils avaient peur, affirme qu’« ils savent, mieux que personne, que dès qu’ils détectent le risque, ils doivent detenerse. Y lo dejan porque no tienen otra opción. Este sentimiento ya no se puede borrar de su mente. Mar nunca, nunca, usa la palabra miedo, riesgo, peligro con Jaume. “No existen y una de mis funciones es dotar a Jaume de las herramientas para correr sin miedo”.
“Con estos niños, que son tan especiales, jóvenes y divertidos, hay que tirar los libros de psicología”
Según Mar, lo primero que hay que descubrir en el piloto es si abraza lo que ella llama el triángulo de la muerte: quejas, disculpas y culpar a los demás. “Con pilotos que tienen esta mentalidad, esta forma de pensar y de correr, que es muy fácil de adquirir, no es fácil trabajar. Las excusas en este deporte son muy fáciles, demasiado comunes. Puedes echarle la culpa a la moto, a los neumáticos, a la el tiempo, los rivales… pero lo primero que hay que asumir para progresar es asumir la responsabilidad de lo que ha pasado, de lo que hay que controlar, si mi piloto está pensando o no en este triángulo de la muerte”.
Mar finaliza diciendo que «conducir no es solo dar gas, acelerar, frenar, doblar más que nadie en las curvas, sino tomar decisiones en milésimas de segundo, regular las emociones, tener un diálogo interior adecuado con uno mismo, adaptarse al entorno que , en la pista, es muy cambiante”.
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