Una ley aprobada en abril del año pasado en España establecía que en el plazo de un año todos los ayuntamientos deberían haber levantado un censo de edificios que contuvieran amianto. La ley es ampliamente violada. Las reglamentaciones también exigen que se publique un cronograma que prevea la eliminación gradual de los techos de asbesto. Cualquier construcción anterior a 2002 puede contener asbesto. Fue en este año que se prohibió por completo la producción, uso y venta de amianto. El censo y el calendario, que deberán ser públicos, deberán haber sido remitidos a las autoridades sanitarias, ambientales y laborales competentes de las comunidades autónomas, que deberán inspeccionar para comprobar, respectivamente, que los escombros generados han sido retirados y enviados a un gestor. permitido.
Pero la ley sigue siendo letra muerta. Se estima que en Cataluña quedan más de cuatro millones de toneladas, cuya retirada supondría más de 100 millones de euros de inversión solo en Cataluña, según diversas estimaciones. Para el 2030, más del 85% de estos materiales de construcción ilegales habrán excedido su vida útil y constituirán un problema de salud pública, ocupacional y ambiental, ya que son altamente cancerígenos. El Gobierno de la Generalitat ha aprobado un Plan Regulador 2021-2023 y la Estrategia Catalana de Seguridad y Salud en el Trabajo 2021-2026. El objetivo es eliminar el amianto de todos los edificios públicos para 2028 y de toda la Unión para 2032.
Consecuencias económicas y multas
El uso de satélites se ha convertido en un instrumento eficaz para la elaboración del mapa de municipios de uralita, ese inventario municipal exigido por ley y que aún no se ha finalizado. Telespazio Ibérica, une multinationale italienne spécialisée dans le traitement des données collectées par satellites, avertit que le retrait de l’uralite de tous les toits coûtera des millions de dollars et promeut les services de télédétection qui, selon elle, peuvent accélérer et rendre le processus menos caro. No existen estudios fiables de restos de amianto en las cubiertas en España, mucho más importantes en las zonas rurales. Fuentes del sector de la construcción estiman que la retirada de una cubierta de uralita de unos 50 metros cuadrados puede costar entre 1.000 y 2.500 euros, dependiendo de las zonas y las particularidades de cada construcción. A esta cantidad hay que sumar al menos 900 euros más por el transporte de residuos. Hasta un mínimo de 3.500 euros, cifra importante para la economía familiar en el caso de viviendas independientes. Un techo simple puede costar alrededor de 70 euros por metro cuadrado para agregar después de quitar el techo de uralita. Por ejemplo, la sustitución de un techo de 2.000 metros cuadrados en un colegio de Madrid (Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Meseta de Orcasitas) le costó al ayuntamiento más de 435.000 euros, o 217 euros por metro cuadrado, según un respuesta parlamentaria.
Empresa Telespazio usa inteligencia artificial para detectar techos de uralita con fotos del espacio
La tecnología utilizada por Telespazio se basa en el análisis de fotografías tomadas desde el espacio. Las mejores imágenes brindan una resolución de hasta 30 centímetros en capas superpuestas (hasta ocho capas) con frecuencias de recolección de luz o una firma espectral precisa que permite determinar la composición de los techos. Abraham Olivares, director comercial de Telespazio, asegura que es posible ofrecer un mapa de asbesto preciso de cualquier población mediana en apenas dos o tres semanas y con costos moderados.
L’Hospitalet, más de 3.000 viviendas de amianto
Olivares reconoce que en el caso del sur de L’Hospitalet de Llobregat, por ejemplo, Telespazio ha detectado más de 3.000 edificios que contienen amianto. Y en el distrito de Orcasitas de Madrid, al menos 3.750 viviendas tienen amianto en sus tejados. La tasa de error del algoritmo es solo del 3%. La tecnología de detección utilizada es capaz de diferenciar el uso en una construcción de baldosas cerámicas curvas de otras con betún. Puede ser más difícil distinguir entre las láminas corrugadas galvanizadas y las láminas de fibrocemento (amianto), que son las que se deben retirar. Luego del análisis de las fotografías satelitales, es necesario realizar visitas de campo para validar la observación técnica. El trabajo de retirada de amianto en las viviendas es complejo. Generalmente se utiliza una solución acuosa para evitar la dispersión de las fibras de amianto en el aire. El manejo inadecuado de la estructura puede ser fatal para los trabajadores, quienes deben tener una formación especializada.
A pesar de que las elecciones municipales de este 2023 han ralentizado aún más la aplicación de la ley, se espera que tarde o temprano los municipios vean en el control del amianto una nueva fuente de ingresos en forma de multas a inmuebles con amianto. en sus techos. Quizá así se acelere la mudanza de casas particulares. Las empresas de renovación también ven la rehabilitación y la eliminación de amianto como una oportunidad de ingresos prometedora.
El retiro debe priorizar las instalaciones y ubicaciones en función de su grado de peligrosidad y exposición a la población más vulnerable. En cualquier caso, las instalaciones o lugares públicos de mayor riesgo deberán gestionarse antes de 2028. En el caso de Cataluña, se ha encargado al Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC) la elaboración de un mapa de las cubiertas de fibrocemento del territorio, que debería estar disponible a finales de 2023.
Amianto, el veneno silencioso
El asbesto es un término general que abarca seis minerales de silicato. Debido a sus propiedades fibrosas y retardantes de llama, fue muy utilizado por los sectores de la construcción y la industria, especialmente entre las décadas de 1950 y 1990.
Si los materiales que contienen asbesto se alteran, ya sea por manipulación o por degradación, liberan microfibras que pueden ingresar al cuerpo a través de las vías respiratorias y pueden permanecer en las vías respiratorias durante décadas.
Esta penetración en el organismo puede provocar cánceres de pulmón, laringe y ovarios, así como dos enfermedades causadas exclusivamente por el polvo de amianto: la asbestosis y el mesotelioma maligno. Los primeros síntomas de asbestosis aparecen entre 10 y 20 años después de la exposición a materiales que contienen amianto, mientras que cualquier tipo de cáncer derivado de esta exposición tarda en aparecer entre 20 y 40 años, lo que dificulta su detección precoz.
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