Pedro Sánchez en «El Hormiguero»

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Pedro Sánchez continuó su gira por España por la televisión y por medios que la Moncloa consideró hostiles hasta la derrota del 28 de mayo. Rompió su negativa a dar entrevistas en programas que supuso incómodos con Carlos Alsina y este martes siguió con Pablo Motos en ‘El Hormiguero’. Probablemente a estas alturas más de uno de sus asesores se esté preguntando por qué no lo han hecho antes.

El presidente del Gobierno superó sin dificultad la prueba, colocó todo su material electoral e introdujo una idea nueva en la campaña cuando el presentador le preguntó por la dependencia que podría tener el PSOE o el PP de una futura extrema izquierda o extrema derecha Gobierno: «Yo no compararía a Yolanda Díaz con Santiago Abascal». Aplausos del público. Se supone que es espontáneo.

El líder socialista recuperó así la boleta electoral con el candidato de Sumar, vicepresidente segundo y ministro de Trabajo, al que elogió y defendió ante una posible alianza entre Alberto Núñez Feijóo y Vox. Los pactos que está haciendo el PP con la ultraderecha tras el resultado del 28 de mayo le permitieron también meterle el dedo en el ojo a su rival para, entre otras decisiones, elevar a políticos antivacunas a la presidencia de un Parlamento autonómico, como ocurrió en Baleares o apoyar el cuestionamiento que Vox hace de la violencia de género, asumiendo el concepto de violencia intrafamiliar. «Abre las puertas a un revés de 20 años en 20 días», dijo.

Un Sánchez relajado, al punto de resultar irreconocible para quienes lo siguen a diario, defendió sin rodeos a Yolanda Díaz. “Trabajé con ella, conozco su compromiso democrático, conozco su buen hacer al frente del Ministerio de Trabajo”. Y rechazó con varios argumentos la propuesta de que el PSOE se abstenga para que Feijóo no dependa de Abascal. La evidencia y lo imprescindible de que los socialistas ganarán las elecciones, la comprobación de que el pueblo sella los acuerdos cuando no ha ganado las elecciones y el recurso que otorga a los gobiernos conservadores de Europa y también a los patrones. En definitiva, un «no es no» en toda regla por si se le ve en ese puesto dentro de unos meses.

González y Suárez también rectificaron

Preparado para todas las cuestiones complicadas, afrontó incluso con los recursos históricos el problema de la credibilidad que se le atribuía. No miento, cambio de postura, repitió, en temas como el conflicto con Cataluña, para luego argumentar que en ningún caso los españoles pueden pensar que eso es tomarlos por tontos. Porque antes de él, se justificó, a otros presidentes les pasó lo mismo. A Adolfo Suárez con la ilegalización del PCE que prometió no hacer y que acabó siendo una de sus mayores aportaciones a la democracia. O Felipe González con la entrada de España en la OTAN. “No es mentir, es rectificar y lo hicieron bien”. On ne me demande plus en dehors de l’Espagne, a-t-il répété encore, ce qui se passe en Catalogne après sa décision de gracier les condamnés du «procés», d’éliminer le délit de sédition et de modifier celui de malversación de fondos.

Poco se habló de sus pactos con Bildu sino de la crisis catalana, después de que ERC advirtiera que subiría el precio si el PSOE quería sus votos en la próxima legislatura y Sumar se mostrara partidario de una consulta. «No sé qué dirán los demás», se escapó, pero «en cinco años no ha habido referéndum en Cataluña y con el PP ha habido dos». Pero habrá o no dudas sobre la independencia, insistió Motos. «Constitucionalmente no es posible y políticamente va en contra de la reunión que defiendo».

El presentador tampoco logró pillarlo renunciando contra Irene Montero. No tuvo una palabra contra ella, a pesar de las «diferencias públicas y notorias» que mantuvieron, y alabó lo que se ha hecho en el Departamento de Igualdad, al margen del «error» de la ley del «sólo sí es sí». ‘, que nuevamente tomó personalmente. Abandonó el camino recorrido en otras entrevistas de un feminismo que incomoda a algunos hombres, sus conocidos, entre los 40 y 50 años, y subrayó que no es contra los hombres sino contra el machismo.

Incluso se permitió varias bromas y sarcasmos. Sobre el diputado del PP Alberto Casero, cuyo error en la votación permitió al Gobierno aprobar la reforma laboral: «Los momentos de suerte también tienen su momento en la política española». Sobre cómo creció Vox durante su mandato: «También es culpa mía». Y luego de que Pablo Motos admitiera que algunos de sus compañeros votaron por él, asumió que el presentador no estaría entre ellos.

Vestido con una camisa de mezclilla, jeans y tenis, se quitó muy poco el disfraz de su candidato. Solo para decir que no se opondría a que una de sus hijas tuviera una pareja de extrema derecha porque, dice, «el amor es gratis». Remató la idea de que hay medios que lo atacan sin razón y promueven el conservadurismo extremo en España. Y habló de programas en los que se había dicho que la convocatoria del 23 de julio, en pleno verano, a las elecciones generales era un «fraude electoral», sabiendo que era en ‘El Hormiguero’.

Queda poco rastro del político que acudió a esta meseta por primera vez en 2014, recién elegido secretario general del PSOE. Luego tuvo que luchar para que lo llamaran «Pedro el Guapo» y le costaba recordar que era «Doctor en Ciencias Económicas». Ahora en España de lo que nadie habla es de su belleza.

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