Durante mucho tiempo (quizás demasiado), las sociedades prehistóricas han sido imaginadas como escenarios donde, por un lado, los hombres utilizaban la fuerza bruta para cazar animales y, por otro lado, las mujeres se dedicaban a la recolección de bayas y al cuidado de los animales. descendencia. Pero, ¿qué hay en esta imagen? Según cada vez más estudios, este tipo de retratos son completamente falsos. De hecho, uno de los estudios más completos hasta la fecha confirma que en al menos el 80% de las sociedades prehistóricas estudiadas hasta la fecha, hay evidencia de mujeres cazadoras.
El trabajo, publicado este miércoles en la revista científica ‘Nature’, analizó datos arqueológicos de un total de 63 sociedades de cazadores-recolectores de todo el mundo: desde yacimientos arqueológicos de América hasta los de África, Asia, Australia y Oceanía. . El estudio de todos estos casos ha permitido localizar la presencia de cazadores en al menos 50 lugares diferentes del planeta durante todos los periodos analizados. Esto corrobora, una vez más, que la caza no fue patrimonio exclusivo de los hombres prehistóricos y que, contrariamente a lo que se ha creído hasta ahora, siempre han contribuido a una actividad entonces imprescindible para la subsistencia.
Según los expertos que realizaron este trabajo, todo indica que las mujeres eran muy hábiles cazadoras en las sociedades prehistóricas. Los restos arqueológicos indican que se dedicaban principalmente a la captura de grandes presas, que «participaban activamente en la enseñanza de las prácticas cinegéticas» a las nuevas generaciones y que muchas veces «utilizaban una mayor variedad de armas y estrategias de caza que los hombres».
“Tenemos evidencia de que las mujeres han estado involucradas en actividades de caza de subsistencia en la gran mayoría de las culturas”
«Tenemos evidencia de que las mujeres participaron en actividades de caza de subsistencia en la gran mayoría de las culturas», dice el análisis, realizado por las Universidades de Seattle y la Universidad de Washington. «Este hallazgo también agrega más evidencia en contra de la idea de que existían roles de género en las sociedades de recolección. La idea de que los hombres eran solo cazadores y las mujeres solo recolectoras debe ser refutada», agrega el estudio.
interpretaciones sesgadas
La investigación logró “rescatar” la historia de las mujeres cazadoras en Punan (Malasia), Wopkaimin (Nueva Guinea), Hiwi (Venezuela), Matses (Amazonía peruana), Tsimane (Bolivia), entre otras. Una de las historias más destacables, publicada hace unos años en «Science Advances», es la de una joven que vivió hace unos 9.000 años en el territorio andino de Wilamaya Patjxa (Perú) y que, tras una vida dedicada a la caza, fue enterrado con su arsenal de armas.
Entonces, ¿por qué, hasta ahora, había imaginado un pasado en el que ellos eran los únicos que cazaban y solo recogían bayas? Para responder a esta pregunta, los expertos piden dar un paso atrás para comprender cómo se ha estudiado el pasado. “Los libros de prehistoria se escribieron desde el presente, por lo que muchas de estas interpretaciones están sesgadas por los prejuicios actuales”, explica Marina Lozano, investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social y de la Universidad Rovira i Virgili (IPHES-URV), en una entrevista con EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica.
Durante décadas, el trabajo arqueológico ha interpretado los objetos encontrados junto a los cuerpos según el sexo del individuo. Un caso muy claro es el de los objetos funerarios. Una punta afilada de piedra enterrada junto a un hombre se clasificó como arma. Mientras que un objeto similar encontrado junto a una mujer fue catalogado como cuchillo de cocina o como objeto de adorno. Este fenómeno, estudiado en profundidad por la arqueóloga catalana Encarna Sanahuja Yll, sugiere que las mujeres cazadoras y guerreras pueden haber estado allí siempre, aunque hasta ahora no se las haya visto.
.