La plataforma tecnológica australiana Prophero, inversión y creación de activos inmobiliarios, cerró el primer semestre de 2023 con una facturación de más de 3 millones de euros en España. Y espera superar los 6 millones a fin de año en el país; top 10 del mundo. Tras dos años de funcionamiento aquí, Prophero realiza una media de 30 transacciones al mes, el equivalente a 2,5 millones de euros transados a través de él.
La empresa se enorgullece de ofrecer una rentabilidad media del 7,4% y su ticket medio es de 85.000 euros. Aunque más de la mitad de sus ingresos proceden de su actividad en España, acaba de aterrizar en Bali, “uno de los destinos con mayor potencial de crecimiento para la inversión inmobiliaria”, según ella. Y en sus primeras horas allí, cerró nueve tratos. Desde su creación, ha completado con éxito dos rondas de financiación por valor de más de 6 millones de euros y realizado más de 60 millones de euros para sus más de 1.000 clientes.
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Los 60 empleados de Prophero están repartidos por los países en los que opera: España, Australia e Indonesia. El objetivo de la aplicación es crear y optimizar la riqueza de sus usuarios. “Se convierte en un socio de por vida”, dice Pablo Gil, CEO y cofundador de Prophero. Lo hacen utilizando modelos de datos, no inteligencia artificial, y encontrando áreas para invertir más allá de las habitadas por el usuario. “Compramos en ciudades secundarias o terciarias donde los rendimientos son mucho más altos”, evitando zonas saturadas y caras como Madrid o Barcelona. De hecho, con Prophero “puedes comprar propiedades en cualquier parte del mundo”, dice.
Prophero cobra un porcentaje por cada transacción realizada a través de la aplicación. Se basa en una combinación de big data y análisis de datos, pero no utiliza inteligencia artificial, insiste Gil. “Sin inteligencia humana es muy arriesgado operar en el mercado inmobiliario”, se defiende. Inicialmente, el target era la clientela de entre 30 y 45 años que, al tener una familia, «tenía dificultades para llegar a fin de mes sólo con los ingresos del trabajo». Ahora ya tienen tenedores grandes, dice.
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