PEDRO SÁNCHEZ EN ANA ROSA QUINTANA

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En su campaña más mediática hasta ahora que, por primera vez incluye los medios de comunicación más hostiles, según la visión de la Moncloa, Pedro Sánchez ha recalado esta mañana en El Programa de Ana Rosa Quintana, en Tele 5, a donde no acudía desde tiene cuatro años. Una cita tan relevante como la que actuó la semana pasada en El Hormiguero, en Antena 3, por la audiencia y el protagonismo de sus presentadores, pero que se desarrolló de una manera muy diferente.

Más tenso, casi un combate de box, con el presidente del Gobierno y Ana Rosa Quintana pisoteándose continuamente el suelo, y en el que el candidato socialista argumentaba que estaba siendo agredido porque, al contrario de lo que ocurría con el PP, en su administración no ha habido casos de corrupción. «El problema es que no tienen nada en mi contra, no soy perfecto pero estoy limpio», dijo, tras criticar la «campaña insidiosa» contra él y su «familia» y recordó que llegó a señalar que la Una nueva relación con Marruecos se produjo porque «le hackearon el móvil» o porque «su mujer está ligada a una red de narcotráfico».

El presidente del Gobierno respondió así a las preguntas sobre el cambio de postura sobre el Sáhara. «Hay gente muy presente en los mítines que esgrimió estos argumentos», subrayó, ante la sorpresa del presentador que aseguró «que yo no escuché eso». Los ataques a Sánchez fueron uno de los ejes de una conversación, en la que volvió a quejarse de la desproporción entre la opinión pública y la opinión publicada, mucho más radicalizada según él, y la hegemonía de las posiciones conservadoras en los programas políticos. “Insultar en el debate público nos degrada como país”, dijo.

«La opinión es una cosa y los hechos otra», repetía. “Una cosa es el insulto y otra la crítica”, respondió ella, en un continuo ir y venir, que solo se relajó al final. El presentador pasó de decir que la ley del «solo sí es sí» es mala a reconocer que «hay cosas buenas». Pero en este tránsito los reproches mutuos fueron constantes. “¿Puedo responder? Respondió varias veces. «Es tu opinión», repitió con insistencia. El director general llegó incluso a sugerir que en España hace falta una «revolución del respeto», aludiendo en varias ocasiones a que un día antes, en este mismo plató, Alberto Núñez Feijóo lo llamó «este personaje». .

El PP se “traga” sus palabras

Pero, como hizo con Pablo Motos, aunque esta vez con más dificultad, Sánchez no desaprovechó la oportunidad de vender su gestión y recuerda, entre otras cosas, la subida del 8% de las pensiones, en un programa que él mismo citó, ven » muchos jubilados». De acuerdo con los acuerdos que firma el PP con Vox, los mensajes han sido claros. La propia presentadora citó la entrevista a EL PERIÓDICO DE CATALUÑA, que como este diario forma parte del grupo Prensa Ibérica, en la que el presidente decía que «lo que vemos es un tráiler de una película oscura, mayoritariamente de PP y Vox».

“Se tragan sus palabras para llegar a acuerdos”, dijo el jueves, con un partido que dice que la violencia de género es “una ideología”. Una distinción que se ha hecho de cualquier trato que el PSOE haya tenido con Bildu por dos motivos. Han sido sobre temas puntuales, no de alianzas cerradas y siempre han sido avances, no retrocesos, argumentó.

Para Sánchez, el dilema es claro: «Vamos a optar por fórmulas de gobierno de coalición, uno progresista u otro de ultraderecha». Y con esta tesis esquivó todas las preguntas sobre por qué no es posible un acercamiento entre el PP y el PSOE, una cuestión que entró este lunes en el debate político a raíz de un artículo de Felipe González en el que defendía la abstención de uno de los dos partidos. «cuando no hay otra opción». Sánchez recordó que no la apoyó en 2016 y que los populares no se la concedieron en las dos elecciones consecutivas de 2019.

La forma de no llegar a este punto, apuntó, es que haya una fuerte participación el 23J. Incluso ha señalado que sus sondeos detectan una «reactivación» del voto progresista tras señalar su desmovilización como la gran causa de la derrota del 28M con la fragmentación de la izquierda a la izquierda del PSOE. Pero el mandatario no quiso entrar en los apoyos que necesitará para la toma de posesión, más allá de tener nuevamente a Yolanda Díaz como vicepresidenta.

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