El boquete por el que se cuela Vox: Los andaluces que ven la transición ecológica como una amenaza ganan siete puntos

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Vox está desplegando en esta campaña electoral su desafío a la “agenda verde” europea. Detrás de los cada vez menos clandestinos y más visibles movimientos de negación de las políticas medioambientales y de la transición ecológica en España, defendidos por el partido de Santiago Abascal, se esconde una realidad sociológica: la percepción de los españoles de que es fuente de conflicto social, una amenaza. más que una oportunidad, y que las políticas ambientales se adopten a espaldas de los ciudadanos y sin consenso previo.

Un escepticismo que crece en las zonas rurales y entre las poblaciones más envejecidas, a partir de los 50 años. Así lo muestra el informe “Percepción social de la transición ecológica en España, 2022-23”, realizado por el Observatorio de Transición Justa, de la consultora Red2Red con el apoyo de la Fundación Cepsa, con un diagnóstico basado en 3.019 entrevistas.

El dato es especialmente llamativo en el caso de Andalucía, donde la muestra de población es mayor y un estudio previo permite hacer comparaciones en un año, de 2021 a 2022. Hay resultados muy relevantes que pueden explicar en gran medida la progresión de Vox en el mundo rural. y cambios en la posición del PP respecto a su agenda “verde”. En un año disminuye ligeramente el porcentaje de andaluces que creen con total certeza que el cambio climático existe, disminuyen los que consideran que combatirlo debe ser una prioridad, aumenta el porcentaje de los que creen que la transición ecológica es una amenaza y va en aumento de andaluces que creen que hay un grave conflicto social detrás. Una foto fija que, subraya el Observatorio, debería disparar las alarmas rojas.

Retroceso en la UE

La amenaza de un retroceso en las políticas ambientales y de cambio climático está alimentando las posiciones negacionistas de los partidos de extrema derecha en Europa, pero también está arrastrando a los conservadores más moderados hacia posiciones cada vez menos comprometidas. En el Parlamento Europeo, el rechazo a la ley de restauración de la naturaleza mostró la falta de consenso. En España, las alianzas del PP y Vox en varias comunidades han situado al partido de Santiago Abascal, el único negacionista abierto del cambio climático en España, en los departamentos de agricultura o gestión forestal, como ha ocurrido en Castilla y León, la Comunidad Valenciana. o Extremadura. La guerra contra la tuberculosis bovina en Castilla y León avivó este fuego.

En Andalucía, el proyecto de ley de Doñana, impulsado por el PP y Vox en el Parlamento andaluz, es otro claro ejemplo del paso de las posiciones más comprometidas de la derecha moderada a las políticas de la agenda 2030 a los postulados negacionistas de la extrema derecha. . . En los conflictos de la pasada legislatura con el consumo de carne, el paisaje, la caza o la ley de bienestar animal, las respuestas son múltiples a las tendencias que muestra esta encuesta y al auge de Vox en el medio rural.

la guerra en el suelo

La idea, impulsada con éxito por el partido de Abascal, de que la agricultura, la ganadería y la pesca están amenazadas por las políticas «verdes» europeas, cimentando la idea de una guerra entre campo y ecología, goza de un importante respaldo social. En España, las preocupaciones medioambientales están directamente ligadas al tamaño del municipio donde se reside. En las de menos de 20.000 habitantes, las preocupaciones más relevantes son la sequía, los incendios forestales o la suciedad y el descuido de los espacios naturales. En las grandes ciudades, la principal preocupación es la contaminación. Entre la ciudad y la gran ciudad, hay una diferencia de diez puntos porcentuales en los datos referentes a la preocupación por la sequía. La falta de agua preocupa al 14% de quienes viven en los grandes centros urbanos pero afecta al 23% en los municipios pequeños.

En España, la creencia de que el cambio climático existe es muy alta. El 85% afirma creer que existe con total seguridad, mientras que el porcentaje de negadores es muy bajo, el 6%. Sin embargo, hay tendencias llamativas. Entre 2021 y 2022 se ha producido un pequeño descenso de 2,5 puntos en la población de Andalucía en el número de personas que aseguran con absoluta certeza la existencia del cambio climático.

Una política contradictoria

Según el Observatorio, la lucha contra el cambio climático es una prioridad para la mayoría de la población (65%), aunque un 35% considera que otras prioridades son más importantes. En Andalucía se observa una reducción de 6 puntos porcentuales entre quienes la consideran una política prioritaria. Es más importante para los más jóvenes y disminuye a partir de los 50 años. Además, existen diferencias significativas según las regiones de España. En la población de la costa mediterránea detectamos la mayor proporción (cinco puntos por encima de la media) de personas que dan prioridad a la lucha contra el cambio climático (70%); Canarias y Baleares, la cornisa cantábrica, Madrid y Andalucía están en torno a la media. Llama la atención que entre la población del centro peninsular, que incluye Castilla y León, Extremadura y Castilla-La Mancha, la proporción de personas que priorizan las políticas de lucha contra el cambio climático desciende hasta el 57%. En esta área geográfica, el 42% considera que hay otras prioridades más importantes.

La transición energética es un concepto que más de la mitad de la población ignora, el 51% de la población no lo conoce o tiene una idea muy vaga de lo que significa. La encuesta muestra que este desconocimiento aumenta entre las personas sin estudios, con una diferencia de hasta 22 puntos respecto a quienes tienen estudios superiores. Los territorios donde menos sabemos sobre lo que significa la transición ecológica son Andalucía y de nuevo el centro peninsular (41% y 43% respectivamente, siete y cinco puntos por debajo de la media).

una perspectiva negativa

En Andalucía, también aumenta la proporción de personas que consideran que el proceso de transición ecológica y energética podría afectar negativa o muy negativamente a su entorno. Una cifra que sube siete puntos porcentuales. El cambio genera emociones negativas como la impotencia y la indignación en el mundo rural, mientras que en el mundo urbano hay sentimientos más positivos como la esperanza, el interés o la confianza. Los resultados de la encuesta de 2022 revelan que en general son los sentimientos negativos los que más aumentan y, en particular en Andalucía, se produce un descenso significativo en la proporción de quienes valoran el proceso de transición ecológica como una oportunidad, tanto en el corto plazo (desciende siete puntos) y en el largo plazo (desciende nueve puntos). Por ejemplo, ha aumentado dos puntos la proporción de andaluces que consideran que su trabajo peligra desde hace un año debido al proceso de transición ecológica.

El trabajo de este Observatorio indica que la población española está muy dividida en cuanto al posible conflicto social que podría generar la transición ecológica. El 40% piensa que puede generarlo y el 40% piensa lo contrario. En comparación, la creencia en la generación de un posible conflicto en Andalucía es un poco mayor (42% de la población lo declara), frente al 34% en Madrid. También destacamos el notable aumento del número de personas de la comunidad andaluza que consideran que este proceso podría incrementar los conflictos sociales en su entorno (10,5 puntos más en un año de acuerdo con esta afirmación).

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