Alberto Núñez Feijóo se ha curtido en los entresijos de la administración desde los 22 años, donde ha desarrollado prácticamente toda su vida profesional, primero como funcionario y poco a poco adquiriendo mayores responsabilidades. Es un tecnócrata, un gerente, acostumbrado a manejar presupuestos y organizar personal. Pero también ha aprendido a ser político y, cuando es necesario, no duda en desquitarse, buscando el cuerpo a cuerpo con su rival y sin escatimar ningún arma a su alcance, alejándose así de esa imagen de discreto y jefe moderado de quien se jacta cuando gobierna. No es lo mismo el Feijóo en la oposición que el que dirige.
Pero el Feijóo que presidió Galicia con cuatro mayorías absolutas, puede que no sea el mismo que gobierne España, si gana el 23-J, porque dependerá de Vox. La presión de la extrema derecha lo aleja del centro. En cambio, el hiperliderazgo que tuvo en la comunidad gallega, no lo demuestra a nivel nacional. “No es un liderazgo hegemónico como lo fue en Galicia, debe dialogar con otros líderes como Isabel Díaz Ayuso o Juanma Moreno Bonilla”, advierte la catedrática gallega de Ciencias Políticas, María Pereira. Por eso, según él, el líder del PP «se ve obligado a cambiar de estilo».
Como presidente de la Xunta mantuvo un férreo control sobre todo su gobierno. No has movido un papel sin que él lo sepa. “Todo lo que dice el jefe” es la frase que más repiten sus colaboradores que no se atrevían a desmentirla aún sabiendo que se había equivocado. Feijóo «se metió en todo», como reconoció un líder popular.
El presidencialismo de Feijóo en la Xunta tuvo su equivalente en el liderazgo incuestionable del partido en Galicia. Consiguió recomponer las costuras del PPdeG tras la marcha de Manuel Fraga y mantener la unidad. Bajo su reinado, las baronías desaparecieron. No es lo mismo actualmente en el PP nacional donde otros líderes populares son un contrapeso.
Feijóo suele rodearse de un grupo cerrado de seguidores, que son los únicos con los que comparte sus proyectos, y que le siguieron hasta Madrid cuando tomó las riendas del PP nacional. Este hermético equipo es partidario de que no haya filtraciones en su gobierno. El silencio y la discreción son absolutos. La prueba es que algunos ministros sólo se enteraron de su nombramiento pocas horas antes de oficializarlo en la prensa.
El núcleo duro de Feijóo son, en su mayoría, periodistas que empezaron a trabajar muy jóvenes con el ahora popular presidente y que no ocuparon altos cargos sino que estaban en la segunda fila, trabajando desde la cocina política. Están comandados por Mar Sánchez Sierra, mano derecha de Feijóo durante 14 años. Este clan está formado por Luis de la Matta, ahora director de prensa del PP, Marta Varela Pazos, directora del gabinete de la presidencia, Marcos Gómez, exdirector de comunicación de la Xunta, y el cerebro jurídico Álvaro Pérez. Otro periodista, Miguel Tellado, fue secretario general del PP gallego y ahora ocupa el cargo de vicesecretario de organización del partido.
Entre los ministros, los dos más próximos a Feijóo eran Alfonso Rueda, a quien dejó encomendada la presidencia de la Xunta cuando partió hacia Madrid, y Francisco Conde, su vicepresidente primero y responsable de Economía que ahora figura como número uno de el PP en el Congreso por Lugo.
El líder popular generalmente se rodea de más técnicos que figuras políticas. Los miembros de su gobierno mantienen un perfil bajo, operan más como subordinados y nadie eclipsa al jefe. En trece años, solo acometió seis remodelaciones de gobierno, prácticamente todas ellas de ajuste forzoso ya que era habitual que Feijóo utilizara a sus asesores para presentarse como cabezas de cartel de los pueblos en las elecciones municipales. Fue recién en otoño de 2015 que emprendió una crisis de gobierno con tintes políticos tras el susto sufrido en las elecciones municipales de ese año. Para fichar a los miembros de su gabinete, suele atraer a personas de su casa, altos funcionarios que ocupan puestos de segundo nivel.
Gobernando la Xunta por mayoría absoluta, Feijóo nunca dependió de otras fuerzas para aprobar presupuestos o impulsar sus políticas. Si gana el 23-J, probablemente tendrá que vérselas por primera vez con un socio de Gobierno y tendrá que demostrar que es capaz de encontrar acuerdos. En Galicia, el consenso con la oposición es raro: el PP impone su mayoría absoluta sin concesiones. Y el líder popular nunca ha soltado la cuerda con el PSOE y el BNG, con cuyas portavoces ha tenido feroces enfrentamientos en el Parlamento.
Su máxima gubernamental era la «gestión» y el «sentido» – sensatez. Y ha hecho de la austeridad su sello político. Llegó a la Xunta en 2009 en plena crisis económica y, como explica la economista María Cadaval, el «rigor fiscal» y el control del déficit son los rasgos más distintivos de su política económica. Es un firme defensor de las rebajas de impuestos, aunque este experto advierte que en Galicia se trata de bonificaciones puntuales.
En su relación con los medios en Galicia, Feijóo destacaba con comparecencias semanales abiertas a preguntas y siempre estaba acostumbrado a mantener una charla extraoficial con los periodistas tras la rueda de prensa. Sin embargo, mantuvo el control total sobre los medios estatales, lo que provocó protestas de los trabajadores de CRTVG.
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