Monos árticos | Arctic Monkeys semana fantástica: ¿y si la ola de calor la provocara Alex Turner?

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España ha vivido los dos últimos días asolada por una tórrida ola de calor que ha comprometido las temperaturas máximas registradas en toda la serie histórica. Eso es lo que todos entendieron. Pasamos 48 horas asfixiados, sudando, buscando el frescor del ventilador o, los afortunados, el respiro que proporciona el aire acondicionado. El Madrid no se ha librado de los sofocos. De hecho, más de uno critica a la capital por este malestar extremo, esta pesadilla que ha provocado que los valores nocturnos apenas bajen de los 30 grados. La pregunta gira como la pólvora: ¿y si el cambio climático no es (todo) el culpable? Y es que el Wizink Center se convirtió este lunes y martes en un punto rojo en el mapa de España. En ambos casos, este inoportuno hecho se inició alrededor de las nueve de la noche. Es un fenómeno extraño que ya ocurrió el sábado en Bilbao, en el lugar donde tuvo lugar el Festival BBK Live. Sabiendo esto, no es difícil encontrar el nexo común entre estos dos lugares separados por unos 400 kilómetros. ¿Y si la ola de calor la hubiera provocado Alex Turner?

Solo habían pasado cinco años desde la última vez que Arctic Monkeys pisó Madrid. Por aquel entonces, en julio de 2018, ocuparon la primera fila del cartel de Mad Cool para el viernes 13. Una cita prohibida para muchos, pero no para el cuarteto de Sheffield. Huyen de la mala suerte con riffs de guitarra y golpes de batería. Aquella tarde también hacía mucho calor, tanto que entre las miles de personas que se dieron cita en Valdebebas para escuchar en directo ‘Arabella’, ‘Brianstorm’ o ‘Pretty Visitor’, había pocas camisetas. Los asistentes buscaban desesperadamente una bocanada de aire que se colara en el poco espacio que dejaban los cuerpos. Una vez más, Alex Turner emerge en el centro de un día abrasador en Madrid. Mucha coincidencia.

Entre estos Arctic Monkeys y los que llenaron el antiguo Palacio de los Deportes durante dos noches consecutivas, hay muchas similitudes y algunas diferencias. Por aquel entonces ya había surgido ‘Tranquility Base Hotel & Casino’ (2018), el primer disco con este nuevo sonido que sacaba a relucir la nostalgia de quienes, pese al parón de cuatro años, nunca lograron superar a ‘AM’ (2013). ). Y eso es lo primero que, a pesar del esfuerzo por evolucionar su estilo, no ha cambiado: las canciones más coreadas durante los conciertos son siempre los clásicos. Nada puede igualar el ambiente creado por ‘Apuesto a que te ves bien en la pista de baile’, ‘Quiero saber’ o ‘505’. Sin olvidar ‘RU mine’?, la canción que eligieron para cerrar dos conciertos que pusieron en un callejón sin salida los máximos decibelios autorizados. Los singles de ‘El coche’ (2022), su último lanzamiento, encajan a la perfección en un setlist en el que nada desentona y que parece diseñado para complacer a todos.

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Capítulo aparte merece la cantante, gracias a la cual para muchos el grupo británico se ha colado en los primeros puestos de las listas de los mejores espectáculos de la historia. A pesar del pésimo sonido del pabellón madrileño, aquí tampoco defraudó. Nunca se estropea, es como si su interior estuviera regido por el mismo mecanismo que un reloj suizo. Es difícil distinguir la voz grabada de Alex Turner de la que saca al escenario. Eso tampoco ha cambiado, es una cualidad que ya tenía este chico de 20 años que se paraba frente al público agarrado a su guitarra y trataba de hacer el mínimo contacto visual con su audiencia. Una timidez de la que no queda rastro. Ahora disfruta viendo a sus fans, interactuando con ellos e incluso rompiendo corazones. Nuevamente, esto eleva la temperatura. La vergüenza se ha desvanecido y ha dado paso a un descaro que sólo parece desperdiciar lo que le corresponde. En pequeñas dosis.

Las diferencias con el artista que es hoy, a sus 37 años, son notorias. No solo por su pelo, su ropa o sus tablas, sino porque mucha gente echa de menos esa energía desbordante que tenía cuando presentó sus tres primeros discos. Basta con comparar los espectáculos que los Arctic Monkeys dieron en el Festival de Glastonbury en 2013 y este 2023. Una década de espera por ellos es muy larga y muchos esperaban más. Es difícil asumir que el sonido que te enamoró, el que te hizo incapaz de dejar de escuchar la misma voz una y otra vez, ha cambiado.

Más resistente al paso del tiempo que los otros tres miembros del grupo. Cada uno en su papel, siempre detrás de la eterna sombra de Turner, no parece que aceptaran mal este papel secundario. Secundario, pero esencial. ¿Qué sería de la banda sin Matt Helders en la batería, Nick O’Malley en el bajo y Jamie Cook en la guitarra? Malgré le charisme du ‘frontman’, il n’y a jamais eu de spéculation sur une aventure solo (mis à part ses associations occasionnelles avec Miles Kane, un produit qui a toujours semblé plus destiné au plaisir des deux qu’à la conquête du público general ). Debe haber una razón.

totalmente lleno

Pero esta petición del público británico no cuajó en Madrid. La afición estaba contenta, eufórica por momentos, exhausta al final, tras la fiesta ártica en un momento en el que el frío falta (y mucho). La banda solo había anunciado una fecha en Madrid, pero rápidamente incluyeron una segunda después de agotar las entradas disponibles en una hora. Las expectativas estaban por las nubes después de una excelente primera noche. Y, una vez más, se ha hecho añicos el dicho de que las segundas partes nunca son buenas.

En concreto, más de mil, se dividió en 21. Este fue el número de canciones escogidas, una lista que la gran mayoría conocía poco. La energía de ‘Por qué ‘solo me llamas cuando estás drogado’, ‘Adolescente fluorescente’ o ‘Hazme un favor’ era tan adictiva que muchos querían más. Soñaban con escuchar ‘Quiero ser tuyo’, ‘Zapatos de baile’ o ‘Cuando se ponga el sol’. Lo que está claro es que la pregunta que plantearon en uno de sus primeros singles ya está más que respondida. Ya nadie se hace esa pregunta que cantó Alex Turner en 2006. Todo el mundo sabe ‘Quién cojones son los Arctic Monkeys’.

El telón del Wizink Center ha caído y la ola de calor empieza a calmarse. No se esperan valores cercanos a los 40 grados en los próximos días, salvo que Alex Turner quiera volver a tomar el micrófono. Sus fans se abanican sin quejarse. Porque la sarna con placer no pica.

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