Las redes de estaciones de servicio de marcas alternativas aceleran su expansión en España. Desde hace años, el crecimiento del número de estaciones de servicio en el mercado español se ha debido casi exclusivamente a la apertura de nuevos formatos de bajo coste, que cada vez más relevan a las redes tradicionales de la mano de las grandes petroleras.
Las estaciones de autoservicio, los comercios independientes, las estaciones vinculadas a cadenas de hipermercados y supermercados, las cooperativas… son los formatos low cost en auge y cuyo creciente despliegue ha llevado a España a batir un nuevo récord en número de estaciones-servicio en sus carreteras. A finales de 2022 -un año marcado por la crisis de precios que ha hecho que los precios de los carburantes alcancen máximos históricos y se apliquen descuentos de 20 céntimos por litro de carburante pagado con dinero público- había en España 12.084 estaciones de servicio operativas.
Se trata de un nuevo máximo histórico en el número de gasolineras en la historia del sector nacional tras la incorporación de 274 puntos de venta más el año pasado, el mayor crecimiento en los últimos seis años, muestran los registros del último informe anual de la Asociación. de Operadores Petrolíferos (AOP), una asociación de empresarios que agrupa a las principales empresas petroleras presentes en el mercado español.
Cuando el gobierno de Felipe González acabó con el monopolio de Campsa en 1992, había algo menos de 6.000 gasolineras en España. Después de tres décadas de crecimiento casi ininterrumpido, con muy pocas excepciones de leves caídas anuales durante ese tiempo, las últimas en 2005 y 2019, el tamaño de la flota de estaciones de servicio ahora se ha duplicado.
Un mercado dividido en dos
El año pasado, las marcas alternativas -tiendas independientes, hipermercados y cooperativas- sumaron 280 nuevas estaciones de servicio en todo el territorio, totalizando 5.941 puntos y concentrando el 49% de la flota de estaciones de servicio nacional, mientras que el conjunto de los grandes grupos se integraron en las patronales AOP que tienen Recorta una treintena de estaciones, hasta 6.143 estaciones de servicio (seis menos que el año anterior). Marcas como Ballenoil, Plenoil, Meroil o Petroprix forman parte de las redes florecientes en este proceso de expansión de marcas independientes.
Repsol se consagró a finales del año pasado como el principal operador nacional en cuanto a puntos de venta, con 3.304 establecimientos, el 27% del total nacional, pero con nueve menos que en 2021. Cepsa cerró el año con 1.484 estaciones de servicio, la única de las mayores que ha progresado, con 11 puntos más que el año anterior. BP cerró el podio, con 781 centros, con tres estaciones menos.
Con una flota de vehículos de aproximadamente 33 millones de unidades que crece de manera relativamente lenta; con estaciones de servicio más grandes, con más bombas y más tuberías que en otros países europeos donde circulan más coches y con mayor poder adquisitivo; y con una red que se ha duplicado en tres décadas, el sector de la venta de combustibles lleva años alertando sobre el riesgo de saturación y sostenibilidad de la actividad de cada centro.
colisión frontal
Durante el último año, ha habido una dura guerra de precios en el negocio minorista de combustibles. Las grandes redes petroleras han sacudido el mercado al aplicar descuentos adicionales a los obligatorios 20 céntimos por litro fijados por el Gobierno en plena crisis energética y que ha dificultado competir con las redes low cost, que buscan una oferta más económica. oferta. precios como uno de sus baluartes.
Asociaciones independientes de estaciones de servicio han denunciado a las tres grandes petroleras ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) -que ha abierto una investigación y realizado registros en las sedes de los grandes grupos- por su estrategia comercial y operativa, basada en el cobro altos precios mayoristas de carburantes a pequeños comercios y aplicando agresivos descuentos a los clientes de sus propias estaciones de servicio, lo que -según denuncias de «low cost»- hacía que los gigantes del sector vendieran prácticamente sin margen.
Una suerte de «efecto pinza» que, según las pequeñas redes de estaciones de servicio, les impedía competir en igualdad de condiciones y las alejaba del mercado por prácticas que podrían calificarse de «dumping» (vender el producto por debajo de su precio normal o incluso inferior a su coste de producción).
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