El golpe asestado a la izquierda por el derrocamiento del gobierno de la Diputación de Valencia va más allá de los cerca de 600 millones que la corporación dejará de gestionar cada año. Tras la ola azul del 28 de mayo, la institución provincial se perfilaba como la mayor isla en la que el PSPV y Compromís podían asentarse como oposición a los cuadros del PP -algunos de ellos, como la Generalitat, con Vox- y empezar a erigir la alternativa del mismo modo que lo hizo Carlos Mazón en 2019 en la Diputación de Alicante.
Las formaciones que componían lo que fue el Botànic estarán en oposición en las principales instituciones de la Comunidad Valenciana. La Diputación de Valencia fue la última en sumarse a la lista de gobiernos de derecha. Lo hace después de ocho años, al igual que el Consell o el Ayuntamiento de Valencia, lo que evidencia el conocido cambio de ciclo respecto a 2015. Así, el PP se hará cargo de las tres diputaciones, dos de las cuales tienen mayoría absoluta, y municipios de las tres capitales de provincia. Además, claro, de la joya de la corona: la Generalitat, donde gobernará con Vox.
La izquierda pierde así el último tren que tenía para mantener parte del tejido de poder regional, más allá de lo que ocurra el 23 de julio con el Gobierno español. Una derrota también de los generales supondrá un retroceso en los niveles de poder de 2011. Su mantenimiento daría aire a la Delegación del Gobierno como voz y principal acicate contra el poder del PPCV que controlará prácticamente todos los resortes institucionales.
De lo contrario, como indican las encuestas, Gandia y sus 76.000 habitantes se convertirán en el principal bastión de las fuerzas progresistas, el territorio más poblado donde gobiernan los socialistas, junto a Compromís, en la Comunidad Valenciana. Le siguen de cerca Paterna y Sagunt, municipios del cinturón rojo donde las fuerzas botánicas han perdido otro lugar llamativo: Torrent.
Sin FVMP
La no obtención del poder en la Diputación de Valencia tiene otro efecto en cadena: quedarse sin opciones para presidir la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, otro espacio -con mucha menos gestión y presupuesto- que podría haber servido de altavoz crítico frente a las acciones de los distintos gobiernos de derecha. Sin los 187 votos que representa la corporación en la asamblea de la FVMP, se encamina hacia el PP para ocuparla tras ocho años de gobierno socialista.
La pérdida de potencia supondrá también una disminución considerable de la capacidad de contratación y todas las derivas que ello conlleva en la vida interna de las piezas. No son pocos los nombres que se desvían, desde perfiles que han ejercido responsabilidades directivas hasta asesores. Además de la influencia que tiene en las cuentas económicas de las formaciones. «El poder agota a quienes no lo tienen». La frase del ex primer ministro italiano, Giulio Andreotti, resuena estos días en la izquierda.
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