«En el sector literario tiramos mucho barro a la pared a ver qué pasa»

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Publicar le sorprendió en un momento de su vida en el que hay más que recordar que planificar, pero tras Los amores perdidos regresa con Almas en el páramo (Plaza & Janés), una historia en la que Miguel de León (La Laguna, 1956) recorre un universo inundado de interrogantes vitales que intenta resolver a través de sus personajes. “No tomo partido, dejo que me aclaren todas estas dudas”, admite.

¿Qué sensaciones percibes cuando vuelves a la librería con ‘Almas en el páramo’?

Son agridulces. No sé si tiene que ver con la elección o con que el primer día que salió a la venta el libro ya estaba pirateado.

¿Demasiados hackers?

Más de lo que creen los editores; un problema difícil de resolver pero no hay más remedio que seguir adelante.

¿Cómo fue el tránsito entre ‘Los amores perdidos’ y esta historia?

Entre ellas hay dos novelas muy avanzadas pero no tan rotundas como Almas en el páramo (Plaza & Janés), algunas historias menos vendibles. Fue el que más me atrajo y al final se hizo realidad.

¿Hay algo que los une?

El amor y la libertad fueron los temas centrales de la primera novela y trato de averiguar si el alma existe o no… No estoy tomando partido, pero busco ciertos personajes para resolver esta cuestión.

¿El alma como algo etéreo o esa que pesa 21 gramos al morir?

Todo nació de una idea obsesionante que me ha perseguido desde mi infancia: muy pronto me convencí de que había sido otra persona en una vida que no era la mía. A los 5 o 6 años, una sensación tan poderosa puede marcar toda tu existencia.

¿No encontraste a quién?

No [ríe]Pero ese sentimiento no ha cambiado. Escribo filosofía y religión, pero en dosis justas para no aburrirte, seis o siete páginas, no más. Lo que hice fue dirigir a los protagonistas para que sean los que encuentren las respuestas. Al final, solo estoy tratando con un tema que es universal.

«Los libros están cinco minutos en la estantería y desaparecen para siempre sin dejar rastro»

Hay pistas que indican que este es un libro que camina entre la vida y la muerte.

En este libro no hay ninguna referencia a los 21 gramos que acabas de mencionar, pero está el hecho de que el alma, si existe, debe estar más relacionada con la vida que con un dios… Esta es una pregunta que la ciencia puede responder.

Sabiendo que es un admirador de García Márquez, no sé si la espera entre libro y libro fue para él tan eterna como lo fue para el coronel de la Guerra de los Mil Días que esperaba que le llegara el sueldo…

Siempre he ganado mis batallas en el trabajo, tratando de superar mis metas y sin buscar el enfrentamiento con los demás. Terminar Lost Loves me tomó años, no exagero si digo décadas porque era algo que tenía en mente desde niño. Este, por otro lado, salió más fácil.

Pero, a pesar de que dicen que la pandemia ha traído más lectores, publicar no es nada fácil.

No es así, pero las editoriales más potentes publican mucho y esperan resultados inmediatos…

…pero eso es como tirar barro contra una pared, ¿no?

Sí, en el sector literario echamos mucho barro a la pared a ver qué pasa. A priori es muy difícil saber qué va a funcionar o no, salvo que haya una firma que avale una historia, porque los libros están cinco minutos en la estantería y desaparecen para siempre sin dejar rastro. Es muy fácil pasar por alto grandes historias con este método, pero esas son las reglas del mundo literario.

Para un escritor que siempre luce una L (novato), no lo hizo mal.

No quiero caer en falsos egocentrismos, pero las reseñas de Lost Loves me ayudaron mucho. Sé que no soy un autor comercial y conozco mi espacio literario, aunque no dudo en proponer algo que divierta a los lectores. Una historia bien contada que capta tu interés desde el principio… Más allá de tener más o menos ventas, no dejo de entregar una buena trama con personajes y capítulos atractivos.

¿Por qué le costó tanto dar el paso a la edición?

Cuando estás al frente de dos empresas y tienes que pagar la nómina, no tienes mucho tiempo para pensar en una carrera literaria. Un empresario sacrifica buena parte de su vida y en su cabeza hay números, no los capítulos de una novela. A veces piensas que algo así debería haber pasado antes, pero las cosas salen en el momento más adecuado. Si tuviera alguna sospecha sobre la llegada de la última crisis [la relacionada con el covid] Lo hubiera intentado mucho antes. Cuando pierdes la fuerza para seguir luchando por algo, tienes que cambiar tu vida. En mi caso, el cambio me llevó al mundo de la literatura. Tuve suerte de que me leyeran porque si tienes una buena historia y nadie la lee, es como si no hicieras nada. Sí, queda el consuelo de crear una historia, pero la pregunta de si es lo suficientemente buena para ser aceptada por los lectores nunca morirá.

¿Debería funcionar la suerte?

Mucho [silencio]. En esto he sido generoso… He tenido que encontrar una vida desde niño y es algo que reconforta cuando uno está en una edad más o menos avanzada. Empecé repartiendo diarios ELDÍA y Jornada Deportiva en las calles de La Laguna, era guardia de seguridad [un perro que le acompañó en sus rondas está en su creación literaria] y tuve una vida profesional con aciertos y desaciertos…

“Cuando estás al frente de dos empresas y tienes que pagar la nómina, no tienes mucho tiempo para pensar en una carrera literaria”

¿Qué tipo de errores?

Cosas que pasan cuando eres emprendedor: tomar malas decisiones, confiar en personas que no debieron aparecer en mi vida, esperar cosas que no llegaron… Errores de cálculo.

¿Y en medio de este gran laberinto aparece ‘Almas en el páramo’?

Es una novela de antagonismos, de gente que cree en ciertas cosas y de gente que vive por seguir viviendo. Es una trama intensa que tiene mucho de mí.

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