Varios estudios científicos publicados en los últimos años afirman haber descubierto que los árboles se comunican entre sí a través de vastas redes subterráneas de hongos. Gracias a este sistema, los árboles se avisarían unos a otros de la existencia de peligros y así estarían en guardia para hacerles frente. Y, sin embargo, un estudio reciente basado en una gran cantidad de investigaciones anteriores concluye que nada de esto está probado.
La profesora Justine Karst, de la Universidad de Alberta (Canadá), publicó recientemente un artículo en la revista Nature Ecology & Evolution junto a otros dos compañeros de otras universidades en el que refutan las tres principales afirmaciones que sustentan esta creencia.
Básicamente, estudios previos han sugerido que los hongos subterráneos conocidos como redes de micorrizas comunes (CMN) unen las raíces de varias plantas bajo tierra y transfieren nutrientes e información a través del suelo. Científicas como Suzanne Simard de la Universidad de British Columbia afirman que todos los árboles de un bosque, aunque pertenezcan a diferentes géneros, están interconectados como si fueran una red de plantas, y envían señales para ayudarse mutuamente en momentos de peligro, como como plagas, enfermedades y otros ataques.
No hay prueba de esto
Sin embargo, la nueva investigación, que revisó más de 1500 artículos científicos sobre el tema, da la vuelta a esa suposición. «Es fantástico que la investigación CMR haya despertado el interés en los hongos forestales, pero es importante que el público entienda que hay ideas populares que están por delante de la ciencia», dice Justine Karst.
Es cierto que estas redes subterráneas de hongos existen, pero los investigadores dicen que no hay pruebas suficientes para demostrar que estas redes ayuden a los árboles a comunicarse entre sí.
Para empezar, la afirmación de que los CMR están muy extendidos en los bosques no parece suficientemente demostrada científicamente. En pocas palabras, gran parte de cómo funcionan estas redes de hongos bajo tierra aún se desconoce en gran medida. De hecho, se han cartografiado «muy pocos bosques», según la nueva investigación.
En segundo lugar, cuestionan si estas redes sirven para transferir nutrientes a los árboles y sus plántulas, estimular su crecimiento y asegurar su supervivencia, ya que también se dice que falta evidencia de esto. De hecho, estudios previos han establecido que, incluso asumiendo que los árboles pueden transferir estos recursos a través del suelo, las redes RMC tienen la misma probabilidad de mejorar que de dañar las plantas, aunque la mayoría de las veces el efecto es neutral.
Del mismo modo, el hecho de que los árboles adultos envíen señales de advertencia a otros árboles a través de estas redes no estaría respaldado por ningún estudio revisado por pares, afirma Karst en su investigación.
“Distorsionar la ciencia sobre la RMC de los bosques es un problema, porque la ciencia sólida es fundamental para decidir cómo se gestionan los bosques. Es prematuro basar las prácticas y políticas forestales únicamente en CMR sin más evidencia. Y no identificar la información errónea puede erosionar la confianza pública en la ciencia”, advierte Karst.
Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s41559-023-01986-1
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