Su rutina es estable y no tiene nada que ver con la que tenía hace apenas un año. Pablo Casado ha cambiado de vida y de domicilio. Está buscando inversionistas en América Latina y Medio Oriente, donde también ha estado viajando en los últimos meses, para un fondo relacionado con la defensa y la tecnología. Cuando no está subiendo al avión, acude a su oficina del Paseo de la Castellana, a tiro de piedra de la que ocupó durante años en Génova 13. Se cansó de trabajar desde casa hace unos meses, tal y como informan los informes. de este mes de febrero lo cansan. . Un aniversario en el que pesan demasiadas lesiones corporales.
Ahora pasa más tiempo con su familia, su esposa Isabel Torres y sus dos hijos. Y menos leer la prensa como antes. La nueva vida de Casado es una total incógnita. En la Génova de hoy, no pueden ocultar su gratitud. “¿Qué queja van a tener? Se comporta como un caballero”, concluye una de las pocas personas en las que se sigue confiando plenamente. La realidad es que prácticamente no tiene contacto con los dirigentes que le rodearon durante sus años como presidente del PP. Algún WhatsApp de vez en cuando. Y un poco más
No habla tan a menudo con su exsecretario general, Teodoro García Egea; y las dos conversaciones que mantuvo con un líder de la actual dirección se circunscribieron a temas muy concretos como el del Consejo General del Poder Judicial en la última negociación que mantuvo el PP con el Gobierno.
Las decepciones son quizás lo que más le sigue pesando. “Está bien. Trabaja, es feliz en su trabajo, vive su vida, va a la oficina, está en casa, por fin disfruta de sus hijos”, confiesa una persona de confianza. A pesar de todo lo que se ha escrito y publicado sobre las dificultades que enfrentó, quienes lo rodean aseguran que comenzó a trabajar en mayo del año pasado, apenas dos meses después de su caída política. «No buscó durante meses y no tuvo problemas. Tenía muchas ofertas y para proyectos chulos», sentencian. Lo que más le atrajo fue su «cautelosa agenda internacional» desde su paso por el gabinete de José María Aznar hasta su Tres años y medio al frente del partido, siempre tuvo presente la importancia de los contactos y la política exterior, una de las pocas cosas que unen a Pedro Sánchez.
LAS PREGUNTAS QUE TE HACES AHORA
La dificultad de reinventarse, de hecho, se relaciona más con el aspecto personal. «A diferencia de la gente que entra un tiempo en política y tiene sus conexiones fuera, él ha estado toda la vida ahí. Su red personal, de amigos, su día a día, fue el PP. el que le va a cambiar la vida en todos los aspectos», ellos explican Por eso, lo más difícil de digerir está en el ámbito íntimo, el de la amistad y la superación de los momentos más amargos. Tras meses de no hablar de lo ocurrido y de mantener una distancia total, Casado ahora se pregunta confiado con algunas personas qué habría pasado si hubiera tomado otras decisiones. “Si se hubiera podido evitar este resultado, este final”, reconocen.
El nombre de García Egea estuvo varias veces sobre la mesa. Los líderes de todos los niveles lo culparon, acusándolo de llevar al partido «por el camino equivocado» y contribuir a la «bunkerización» del líder. Pero Casado decidió defenderlo con uñas y dientes y cuando se planteó sacrificarlo ya era demasiado tarde. La duda, aseguran a este diario, sigue existiendo: si hubiera parado mucho antes, ¿habría cambiado algo?
Hay otros nombres como el del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que también forman parte de las decepciones personales del exdirigente. No solo por la amistad personal entre ellos, sino por las gestiones que hizo al salir de la crisis. Almeida decidió dejar en la recta final al portavoz nacional (un «regalo envenenado» a los ojos de algunos de sus colaboradores en Cibeles, que culpaban al Génova de haberle conducido por un terreno difícil en un momento de gran popularidad por su manejo de la pandemia). Y optó por darle la espalda a Casado. Entendió que el Ayuntamiento de Madrid debe ser la prioridad y que el PP debe seguir adelante. El partido ya se había alineado casi en su totalidad con la potencia emergente en Galicia.
Pero se repite el desencanto de Casado con gente como Almeida porque a nadie se le escapa el duro enfrentamiento que el propio alcalde (alineado con la dirección nacional) ha tenido con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso a lo largo de este periodo. La presidencia del PP en Madrid, objeto de codicia para la madrileña, sobre todo tras su éxito electoral, y punto de absoluta disconformidad con Génova, fue uno de los muchos puntos de fricción entre ella y Almeida. Casado coincidió con el alcalde hace unos meses en una fiesta de cumpleaños, pero su relación a día de hoy apesta a pesar de que charlaron allí.
De la fatídica semana que puso fin a su mandato hace ahora un año, hay varias fechas imposibles de olvidar. Entrevista a Carlos Herrera este viernes 18 de febrero. Las acusaciones de corrupción contra Ayuso fueron tan explícitas que muchos dirigentes condenaron antes de las nueve de la mañana: “Ese fue su epitafio político. No tiene revés. Ya no es redirigido por nadie”. Tanto es así que, mientras los ojos seguían puestos en García Egea, este diario publicó que esa solución ya no era válida para el partido. Los novios debían caer y los territorios se organizaban a tal efecto. La siguiente fecha, dos días después, fue la manifestación a las puertas de Génova de afiliados, activistas, simpatizantes y funcionarios exigiendo a su jefe la salida inmediata. La imagen más dura que algunos recuerdan.
Las horas que siguieron fueron peores ya que el chef se quedó completamente solo. La reunión de los “cuchillos largos”, la de todos los barones sentados alrededor de una mesa en la rue Génova discutiendo cómo debían partir (y negociando las condiciones de salida) fue el final más amargo. Este miércoles 23 de febrero, a primera hora de la mañana, Casado se despidió del Congreso de los Diputados en su última pregunta a Sánchez. Aún le quedaba la última reunión, la de todos los presidentes autonómicos (a excepción de Ayuso, que no estaba invitado) para acordar las condiciones de su salida.
Esa mañana renunció de facto, aunque seguiría siendo presidente hasta el congreso de abril. Casi al mismo tiempo que los dirigentes (todos, sin excepción, exigían su salida) abandonaban el cuartel general, pasadas las dos de la madrugada, estallaba la guerra en Ucrania. Algunos se preguntan qué hubiera pasado si la invasión de Putin hubiera comenzado unos días antes.
Rehabilitarlo: «Se lo merece»
Cuando hace dos semanas el PP exhibió una unidad que hacía muchos años que no se veía (la imagen conjunta de José María Aznar y Mariano Rajoy), el entorno de Casado se resintió. “Es como si lo borraran. Como si no hubiera existido. Una especie de segundo Hernández Mancha”, dicen personas de toda su confianza, convencidas de que al líder del PP le hubiera gustado “al menos, que le llamaran y le explicaran” lo que iba a pasar en este intermunicipal. Pablo Montesinos l expresó con detalle en su columna del ‘Huffington Post’ hace unos días.
En la dirección nacional que encabeza Feijóo insisten en que «cuando llegue el momento» el partido encontrará la manera de rehabilitarlo. Casado rechazó un puesto en el PP europeo que le ofreció el líder gallego cuando asumió la presidencia. Pero siguen creyendo que habrá más oportunidades, sobre todo si el PP llega a la Moncloa. El foco todavía parece estar en la política exterior y la diplomacia. “Si él también lo quiere”; concluir. “Todo necesita su tiempo. Y aún no ha pasado”, dicen en la cúpula.
“Casado no ha hecho nada para no tener el lugar que se merece en el juego”, repetimos en la comitiva de Feijóo. No es esta la posición que defendieron entonces, ni las que hoy aparecen en la cúpula, ni en los distintos territorios. Eso sí, ahora, 360 días después del aquelarre popular, todo se ve con otros ojos. Menos venganza, más generosidad y más compasión.
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