Los últimos acontecimientos sanitarios y sociales nos obligan a leer lo que ocurre en nuestro entorno en lo que respecta al medio ambiente, la alimentación y la salud. Parece que en los últimos meses hemos conocido la debilidad del aparato productivo en las islas y la fuerte dependencia del exterior. Las islas tienen dificultades de autosuficiencia en cereales, carne y leche. La demanda local y lo que aporta la propia cabaña están separados por un gran barranco, que se profundiza a medida que nos adentramos en las cuadras o contemplamos el campo sin ganado y leemos el origen de la comida.
Esto muestra la imprudencia de los líderes políticos locales cuando se trata de lidiar con un plan para recolectar importantes recursos no utilizados, como el agua y la tierra, para promover la ganadería local. Hablamos de forrajes, locales, terrenos preciosos, agua tratada reutilizada, regadíos, ganadería, gestión ambiental, limpieza de ambientes forestales, cortafuegos, ganadería, abonos, agujas, agricultura, prevención de incendios y pastoreo como actividad ambiental.
Las mejoras genéticas, los agroquímicos y la mecanización nos hicieron creer que hay muchos alimentos en el mundo. Sin embargo, a los pocos años nos enteramos que el mar da alimento y la llamada Revolución Verde del trigo, el maíz, el arroz y los supuestos cultivos milagrosos que equiparan la agricultura a las fábricas de tornillos. Es decir, más producción, más capital y más rendimiento.
Sin embargo, la naturaleza nos dice que no es posible aplicar leyes industriales o capitalismo salvaje en el mundo agrario. Aún no conocemos todas las consecuencias de la Revolución Verde. Debemos estudiar la agricultura y aprovechar el conocimiento empírico de los agricultores sobre los principales procesos de urbanización de la población. No puede haber campo sin campesinos e islas vacías y, peor aún, la mano de obra agrícola está mal pagada y menos valorada por una cultura consumista urbana. Los productos industriales se están disparando y en España tenemos que movilizar a todo el país para que pague 0,04 céntimos más el litro de leche y pasar de 0,36 euros a 0,40 euros / litro mientras la electricidad aumenta exponencialmente y no nos inmutamos.
La Bolsa de Valores de Chicago decide el precio del arroz en Java o el precio del maíz en México. Un grupo de empresas que no cultivan cereales compran cultivos y ponen precio a los cultivos en crecimiento. Es decir, conocen el estado de los cultivos en el planeta y tienen los medios para fijar el precio de la soja según la demanda. Ahora es China y mañana será en la cuenca del río Paraná y los gobiernos de Argentina, Paraguay y Brasil difícilmente pueden decidir un porcentaje de compra.
Aquí y ahora se deciden en Chicago los precios del maíz, la soja y la cebada que alimentan las cabras de Fuerteventura y las gallinas de Garafía. Podemos remendar los pantalones cosidos en el comercio mundial mirando hacia adentro y ocupándonos de nuestros recursos limitados.
En Canarias, tenemos un consumo de agua en zonas turísticas urbanas de más de 250 hm3. Si depuramos el 80% y lo destinamos al riego de plantas forrajeras, poniendo de media 600 litros / m2 en zonas medias y en suelos secos a sotavento unos 1000 litros / m2, podemos regar más de 3000 ha de forrajes plantados solos con reutilizados. agua tratada que ahora contamina nuestras costas.
Esta reflexión sobre el agua urbana depurada y reutilizada es comprensible en muchas ciudades del mundo, desde Singapur a Ámsterdam, pero tiene un inconveniente en Canarias: hablar de obra pública es hacer más carreteras y puertos porque los coches marcan las prioridades. Sin embargo, creo que necesitamos hablar sobre otros temas básicos que también necesitan infraestructura relacionada con el sector primario para el futuro de esta tierra.
En Canarias, más que duplicar puertos y aeropuertos, necesitamos construir depuradoras y una red de agua tratada para las zonas de cultivo de frutales y forrajes. Debemos fortalecer nuestro sector primario, nuestra agricultura y nuestra cría. Esto nos permitiría mirar menos a la Bolsa de Valores de Chicago y mirar más hacia adentro, hacia nuestra tierra, para un futuro mejor.
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