Anabel González es psiquiatra, psicoterapeuta y médica. Trabaja en el Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña (CHUAC) y es formadora acreditada en terapia EMDR desde hace años.
Es una terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, que ha demostrado ser científicamente muy útil para ayudar a las personas a recuperarse de traumas, depresión, estrés postraumático e incluso ansiedad.
Ahora, el doctor ha publicado su cuarto libro ¿De dónde viene? (Planeta, 2023), donde enseña a aliviar el malestar psicológico para fortalecer la salud mental.
Y es que, tal y como explica a El Faro de Vigo:
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«El miedo es una emoción que eventualmente se convierte en un problema para muchas personas, pero es una emoción natural que nos ayuda a sobrevivir». Muchas veces, cuando se pone difícil, “nos lleva a tomar decisiones basadas en el miedo”.
En las primeras páginas del libro, explica la importancia de comprender el miedo. Pero, ¿realmente sabemos cómo reconocerlo?
El miedo tiene muchos matices. Un día hice la pregunta en las redes sociales y la gente la relacionó con la parálisis, la incertidumbre, la preocupación… Distintos modos en los que se puede complicar porque si el miedo nos ayuda a pensar mejor, vivir totalmente despreocupados puede llevarnos a pillar lo inesperado sin cualquier medida de seguridad. El problema es cuando la preocupación lo controla absolutamente todo. Y relacionarse solo con este sentimiento es muy doloroso, porque es una forma desagradable de vivir la vida.
Sin miedo no podríamos sobrevivir
Una de las preguntas que plantea el libro es si podemos controlar el miedo, e incluso enseñárselo a nuestros hijos, para vivir en libertad. ¿Es eso posible?
Si anulamos el miedo, nos pueden pasar cosas. Es fundamental que a veces tengamos este sentimiento. No sobreviviríamos. Hay personas que nacen sin sentir dolor y que mueren muy rápido porque se lastiman y no se dan cuenta. Y el miedo cumple una función de este tipo: que algo pueda ser peligroso. Si no tuviéramos miedo, sería terrible. Y controlarlo tampoco es una buena filosofía, porque eso significa que lo retienes y cuando lo sueltas, se desborda. Entonces hay que vivir con el miedo, llevarse bien con él, abrazarse como se hace con un niño pequeño cuando tiene miedo. Y llega un momento en que si entendemos cuándo y por qué aparece, tenemos la confianza suficiente para superarlo sin estancarnos.
¿Nuestro cuerpo es capaz de expresar sentimientos como el miedo o la ansiedad antes de que seamos conscientes de ellos?
Nos volvemos más conscientes a medida que envejecemos, y lleva tiempo. Al principio, los niños son pura emoción. Estas son etapas del desarrollo mismo. Un bebé no tiene pensamientos como tales, experimenta sensaciones y el significado de lo que siente no le llega, pero lo ve en los rostros de las personas que lo rodean. Por ejemplo, si un niño tiene una enfermedad y ve a sus padres muy asustados, lo que interioriza es que algo grave está pasando. Pero si los ves preocupados, pero conteniendo sus emociones, tu percepción es totalmente diferente. Y no vale la pena esconderlo. Es muy importante que los padres se cuiden a sí mismos para que puedan mantenerse ocupados.
El miedo es contagioso y puede transmitirse de padres a hijos.
¿Pueden los padres transmitir sus miedos a sus hijos?
El miedo es innato, pero también es contagioso y aprendido. Lo traemos incorporado como señal de alerta, es mejor que se active porque de lo contrario el ser humano no existiría, pero es cierto que si crecemos con personas que nos transmiten seguridad, aunque tengamos miedo, lo haremos. ser más capaces de resolver este miedo. . Sí, hay una parte que se aprende y otra que se transmite, aunque eso no significa que como padres tengamos que tomar una posición radical: tenemos que preocuparnos por nuestros hijos, lo que se considera razonable, no se ansioso todo el tiempo. por si les pasa algo y tomar las precauciones estrictamente necesarias.
A menudo escuchamos hablar de mastitis o papitis, ¿son los padres los responsables de este sentimiento derivado de la sobreprotección?
El apego está estrechamente relacionado con la forma en que los padres protegen y cuidan al niño. Protegerlo está bien, pero sobreprotegerlo impide que tenga autonomía, que es muy importante para el desarrollo emocional, y debe haber un equilibrio. El niño debe ser capaz de hacer cosas perfectamente válidas para su edad, y que favorezcan su autonomía, pero también necesita que nos cuidemos de peligros como, por ejemplo, las redes sociales, que son un territorio muy peligroso. Debe quedar claro que los niños son diferentes, por lo que no existe un patrón fijo de actuación. Hay niños más nerviosos, con más temperamento, más cariñosos… E incluso entre hermanos. Pero tenemos que ayudarlos a superar los momentos difíciles y también a disfrutar de las cosas.
Por lo tanto, la comunicación familiar es fundamental, ¿no?
Un deporte muy práctico es hablar con los demás, en este caso con la familia, y escuchar de verdad. Todos necesitamos eso en una conversación, cuando expresamos que somos malos, no nos dicen “no tienes que ser así”. Si no podemos encontrar una salida a un problema, escuchar otro punto de vista puede hacernos pensar que esa es la clave para resolver ese problema. Aunque no es una ciencia exacta, puede funcionar en algunas ocasiones.
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