Ulises Bértolo (Madrid, 1967) es abogado, miembro de la Academia Xacobea y profesor de derecho. Tras sus novelas «La sustancia invisible de los cielos» y «La ortodoxia», publica «La dama del Norte», inspirada en la vida de la asturiana Ana Garrido, condenada a más de treinta años de prisión por haber liderado el mayor alijo de Cocaína incautada en Europa, operación «Templo». Su vida, explica, “merecía ser contada. Al principio, cuando me hablaron de ella, no estaba muy convencida, no quería contar otra historia de tráfico de drogas, pero cuando la conocí y me habló de ella raíces mineras, el miedo de su madre a que la mina se tragara a una de las suyas, necesitaba entender por qué una mujer en las antípodas del narcotráfico se encuentra en este mundo».
–¿Cómo son las Asturias que refleja?
–Asturias mineras, gigantes de acero que descendían del cerro de Cerredo cargados de carbón y luego volvían a ascender, desde el ritmo frenético de las máquinas, mujeres como la madre del protagonista que gobernaba la casa con esa manera sorprendente que muchas mujeres deben superar fatiga. Ventanas que muestran lejanas cúspides que se vuelven blancas en invierno. Valles y desniveles, y también vidas agrestes que orbitan alrededor de una mina caprichosa capaz de engullirlo todo en un instante. La novela nos habla de la Asturias profunda, la del trabajo y el esfuerzo, la de las mujeres que trabajan a la espera de que la mina entregue a sus hombres. Y de un pueblo orgulloso de su tierra, a pesar de todo.
– ¿Es un personaje así oro puro para un escritor?
– Sí, es una vida de cine. Otros de nosotros podemos necesitar más de una vida para sentir tanto impacto. Ambición, lujos, éxitos, fracasos, operaciones millonarias, secuestros, cambios de identidad, prisión… Y sobre todo, el profundo amor que siente por el único hombre que no la traiciona, su hijo, por quien le gustaría ser. listo para hacer cualquier cosa.
¿La falta de fe mueve montañas de resentimiento?
-Era aún una niña cuando sucedió un terrible suceso que la marcó para siempre. Sí, la condiciona, se caen los pilares de su vida. Patria, orden, iglesia. Y sí, hay ira y resentimiento, suficientes para mover montañas y desaparecer. Siento que ella ha estado huyendo toda su vida.
¿Hay algún punto débil?
–Al ver su lado humano, del que nos habla en primera persona, comprendemos que no es diferente a ninguno de nosotros, que sus deseos, sus secretos y sus miedos son los nuestros. El miedo es una constante en la novela porque el miedo siempre surge cuando alguien está poniendo a prueba sus propios límites. En definitiva en un ser humano, con sus defectos y sus cualidades.
-¿Hay una España negra como el carbón que no sale en las noticias?
–Hay una realidad subyacente que no conocemos, esos pequeños microuniversos que la gente forma a puertas cerradas. Como novelista, lo que me interesa es conocer la parte no evidente de lo que somos, la parte que no mostramos en público. Mi personaje principal es una persona como las demás que un buen día decidió tomar el camino menos esperado. Es la mujer detrás de la reclusa la que da sentido a la historia. La connaissant, nous en venons à penser que n’importe qui à sa place aurait pu faire quelque chose de similaire, du moins aucun d’entre nous n’est vraiment à l’abri de faire des choses que nous n’aurions jamais pensé hacer.
– Una mujer en un infierno de hombres, ¿cómo sobrevivir?
-No era amante de nadie, ni usaba armas tradicionalmente atribuidas a las mujeres como la seducción o la belleza. Prevaleció sobre los hombres lanzándole pelotas planas. Hay un episodio en la vida del protagonista cuyo elemento central es un simple carrito de la compra. Es tan fuerte lo que le pasó a este vagón que mereció su propio capítulo llamado «Ovarios». ¿Responde esto a tu pregunta?
-Ciertamente. ¿Has trabajado en tierra en Asturias?
–Sí, y su paisaje no me es ajeno, ya que mi familia viene de la sierra de Ancares. Describí la ubicación porque me ayudó a construir el personaje y dejar espacio para cómo ella lo percibía. La ciudad se expresa por la inmensidad de las montañas, la voracidad de la mina y el carácter de sus habitantes. Al final, esbozo aquellas cosas que quedan en la memoria del protagonista después de los años.
– ¿Lo que te emociona?
–Con su hijo, cuando lo toma en sus brazos, cuando se ve obligada a dejarlo, con su recuerdo en los largos años de prisión. Cada miembro de su familia es de capital importancia en el carácter que forja. Siempre ha vivido unida a su familia, a los que sobreviven a la desgracia.
–¿Cómo te influye tu linaje minero?
–La sangre de un minero es ante todo una forma de posicionarse en el mundo, forja el carácter, esa forma de recuperarse de los eventos adversos y salir adelante. De hecho, su linaje minero constituye uno de los episodios más emotivos. También me llamó la atención el código de honor que despliega una vez que ingresa al mundo de las drogas. No traicionó a nadie, ni siquiera cuando otros lo regañaron y cantaron por una sentencia reducida. Salvando distancias, creo que proteger a la pareja pasa por extraer sangre.
“¿La dama del norte solo se ablanda con su hijo…?
“Prefiero decir que la señora del Norte está endurecida por la injusticia. Son estas cosas que a veces vienen a nosotros las que causan un efecto de resistencia en él. Por lo demás, su carácter es como el de cualquier ser humano, con la preocupación de quién es hija, hermana o madre, ansiosa de proteger a sus seres queridos y que el peligro no les alcance. Al menos no a ellos.
– Todavía está en la cárcel. ¿Volverá a sus viejas costumbres cuando salga?
– Actualmente cumple una segunda condena por narcotráfico. Una de las agentes que participó en la Operación «Templo», en la que fue detenida y condenada a 30 años de prisión, me dijo que los narcotraficantes sufren una especie de adicción, que ‘se siente un subidón de adrenalina cada vez que logró cerrar una operación que les dificulta no volver a las andadas. A pesar de ello, siento que Ana Garrido no volverá a tropezar con la misma piedra.
–Como abogado, ¿qué casos le han impresionado más?
-En su sentimiento de asombro o temor aquellos en quienes la verdad real tiene serias dificultades para superar a la verdad judicial. Me refiero a casos en los que las cosas parecen ser lo que no son y no es fácil mostrar la realidad. Aquellos momentos en los que una persona es acusada de cometer un delito y es difícil demostrar su inocencia. Esto lo he vivido como abogado en macro procesos judiciales donde todos parecen culpables.
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