El histórico Miguel Ángel Revilla juega este domingo su quinto mandato, y Podemos podría convertirse en pieza clave de la ecuación. La coalición PRC y PSOE lleva ocho años gobernando Cantabria más o menos serenamente, pero todo apunta a un cambio de escenario donde socialistas y regionalistas no constituyen mayoría suficiente.
La brutal caída del PRC, que pasaría de 14 a 9 escaños, según las encuestas, abre la posibilidad de un tripartito sin precedentes con Podemos-IU. Los morados aspiran a conseguir representación y decantar la balanza, dada la igualación de los bloques izquierdo y derecho.
En el equipo de Revilla no se muestran especialmente entusiasmados con esta idea y aunque no la descartan -«habrá que verlo con los resultados sobre la mesa»- no ocultan sus ganas de repetir coalición sólo con el PSOE. . Los regionalistas desprecian las encuestas y les atribuyen una «clara intencionalidad». “Tienden a dar un resultado muy inferior al que obtienen después”, y advierten que “sus propios datos son mucho mejores”, y están “a la par” de los más populares. Admiten, eso sí, que “hay una corriente clara a favor del PP”.
Los regionalistas encomiendan los resultados a la movilización de los últimos días y al «test de calle». Revilla ha multiplicado su presencia en diferentes lugares, en una campaña de «proximidad». “Hay posibilidades de volver a ganar las elecciones; el ambiente en las calles es favorable”. Aunque el equipo de Revilla se resiste a hacer suposiciones sobre los acuerdos de gobierno, advierte que «la única línea roja muy clara que tenemos es Vox, un partido antiautonomista».
La situación de las violetas tampoco está clara. El partido acaricia la posibilidad de traspasar la barrera electoral y alcanzar hasta dos diputados, pero las encuestas lo sitúan al borde del abismo, con un 5,8%. El optimismo en la federación de Ione Belarra es claro. Confían en que pasarán del ostracismo a ser clave en el Gobierno, y adelantan que exigirán formar parte de la coalición para prestar su apoyo a Revilla. «Si quiere ser presidente, tendrán que confiar en nosotros».
Mientras caen los regionalistas, el PSOE apunta a un ligero ascenso -de 8 a 9 escaños, según las encuestas- que la federación atribuye a su gestión y al impulso del Gobierno central, con la llegada de fondos europeos. “Pedro Sánchez ha saldado la deuda del Hospital Valdecilla de 140 millones en cinco años”, apuntan. Para los socialistas no está claro que los violetas consigan representación, y se disputan el segundo puesto del podio con el propio PRC, asumiendo ya que los populares conseguirán el primer puesto.
«El PP no hará presidente a Revilla»
El PP, por su parte, se debate entre el optimismo y la resignación. El Ayuntamiento de Santander es una apuesta segura: con Gema Igual como alcaldesa, es el único pueblo que ha estado siempre bajo un gobierno popular desde el inicio de la democracia. A nivel regional, las cosas no están tan claras. En el equipo de María José Sáenz de Buruaga dan por hecho que serán la primera fuerza en una región «conservadora», pero la duda es si obtendrán los 18 escaños de la mayoría absoluta. Las encuestas lo ponen en 13, lejos de ese número, y de todos modos necesitarían a Vox, que sacaría el 4.
Los populares advierten de que su modelo «es el modelo de Juanma Moreno» y que, si dieran las cifras, optarían por una política de «acuerdos específicos» con Vox, sin dar acceso a los ultraderechistas, que reclaman formar parte del ejecutivo a cambio de sus votos. En este punto, el popular reto de Revilla: “Si no quieres a Vox, muy fácil. Que nos dejen gobernar”, deslizan.
El PP blandió el fantasma del tripartito con Podemos en el campo. “O Buruaga o tripartito”, repiten como un mantra. En este escenario, el propio Revilla llegó a abrir la posibilidad de una alianza con el PP para mantener el Gobierno, como ya había hecho el PRC con acuerdos legislativos en 1995 y 2003. Pero los populares se niegan categóricamente. «No vamos a hacer presidente a Revilla», y apunta a un «desgaste brutal» de su silueta.
Lo cierto es que 2023 ha sido un año complicado para el presidente cántabro, que en febrero se enfrentó al escándalo de los trenes que no entraban en los túneles, aunque la responsabilidad última era del Gobierno central, y que poco después, en marzo, tuvo que aceptar la dimisión de su consejero de Obras Públicas, José Luis Gochicoa, implicado en un caso de presunta corrupción en la construcción de autopistas. «No meto una mano en el fuego por él, meto las dos», dijo Revilla en una comparecencia. Una despedida floja que, creen en el PP, puede pesar en las urnas.
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