Los tentáculos de la sequía: más de 1.000 millones de pérdidas, carne a precio de oro y fruta que será un lujo

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En medio de la conversación, Vicenç Pascual recuerda a un exprofesor de economía. «Siempre nos decía que un euro invertido en el sector primario se convertía en dos en el secundario y tres en el terciario», suscribe este cerealista leridano, que ve más que nunca esta simbiosis: si no hay nada que cosecha, las plantas no tienen nada que procesar y los distribuidores nada que mover; si no entran y su gente no gana dinero, no lo gastan en el comercio. Y no cabe duda, este año, que la sequía y la falta de agua para riego han fallado el primer eslabón de esta cadena. Precisamente, el Gobierno aprobará este jueves en sesión extraordinaria un conjunto de medidas urgentes para luchar contra la sequía, entre las que se encuentran las ayudas al campo.

A día de hoy, la Asociación de Jóvenes Agricultores y Ramaders de Cataluña (JARC) considera perdido el 80% de los cereales de secano (cebada, trigo, avena, etc.) que se han sembrado, prácticamente la mitad de los cereales de regadío (maíz o arroz) y 60% forraje (la planta cultivada para alimentar al ganado). Y Afrucat, la asociación catalana de empresas frutícolas, prevé una cosecha menor de casi un 70% esta campaña. “El impacto económico será para el país: esta crisis puede cambiar el modelo que tenemos”, advierte Sergi Balué como agricultor y portavoz del sector de la fruta dulce de la JARC. “La sequía nos ha hecho mucho más daño de lo que podemos imaginar, y si continúa la situación será catastrófica”, asegura la presidenta de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Barcelona, ​​Rosa Pruna.

Estos portavoces se refieren a una cadena que comienza con las pérdidas directas de estos agricultores, pero que puede acabar en un rebrote del paro y la falta de actividad en el medio rural, una reducción importante de las exportaciones catalanas (y el aumento de la dependencia del exterior de la Comunidad) y los productos se encarecieron cada vez más en los supermercados hasta convertirse en un lujo.

Tanto el «departamento» de Acció Climàtica, Alimentació y Agenda Rural de la Generalitat, como Agroseguro —la empresa encargada de concentrar y gestionar pólizas de seguros y tasaciones en el medio rural español— creen que es pronto para cuantificar el perjuicio económico que provocará la sequía. Sin embargo, dentro del sector se habla de hasta 1.200 millones de euros en pérdidas ligadas a cultivos no comercializables: solo con los cereales, los segundos más cosechados de Cataluña, ASAJA estima que se podrían perder hasta 440 millones de euros. ; y en cuanto a los frutos dulces, la tercera categoría en toneladas producidas, la JARC estima en 250 millones de euros las pérdidas si se desperdiciaran las 12.000 hectáreas que beben del canal de Urgell, en Lleida.

Como referencia, Agroseguro aseguró 158.000 hectáreas de producción de secano («En regadío es condición ‘sine qua non’ tener agua, nadie había pensado que íbamos a llegar al extremo de no tenerla», justifica el director territorial en Cataluña de esta entidad, Javier Joana, en relación con las restricciones a los canales) por valor de 182 millones de euros. En cualquier caso, “una cosa es lo que tratamos, otra es la afectación al trabajo, los cultivos hortofrutícolas, el comercio…aquí hay una cadena muy grande afectada, y son cientos de millones de pérdidas”, confirma Joana. .

Declive del sector agrario catalán

En este sentido, el efecto secundario que más preocupa a todos los consultados es la pérdida de dinamismo de la economía agraria catalana, que, aunque menor en comparación con lo que otros sectores como los servicios, la industria o el comercio aportan al PIB, el transporte y la hostelería, es uno de las principales fuentes de ventas al exterior.

“Cuando sales de una finca vacía, te tienes que buscar otro trabajo, y luego no vuelves aquí: se va a quedar vacía, porque en estas zonas no hay alternativa económica, no hay polígonos industriales donde instalarse. un Seat o un Amazon”, analiza Pascual, responsable del sector de cereales de la JARC.

“Lo que pasa es que no perdemos una campaña, podemos perder el árbol, y si eso pasa no hay cambio generacional, entonces muchos agricultores cerrarán”, dice también Balue. “El año pasado el daño causado al sector frutícola fue muy importante y ya hay gente que lo ha dejado, normalmente los más jóvenes o los más inquietos; ahora, ese empujón le está pasando a toda la agricultura”, vaticina este mismo experto.

El ejemplo más inmediato es el de la paja: la escasez ya ha hecho que la gente pague un 50% más que el año pasado y un 160% más que hace dos años. “Muchas fincas corren peligro por falta de alimentos o porque los precios son desorbitados”, alerta Pascual, que explica que España es exportadora de forrajes (que por cierto es el que más se cosecha en Cataluña), por lo que, si no se produce aquí, no lo obtienes de otros lugares. “Es carne que no va a estar en el supermercado o cuyo precio va a subir mucho”, añade.

Impacto en canasta

Y está el otro gran peligro: que cambie por completo el mercado de venta de alimentos. “Esto volverá a trastocar la cesta de la compra”, pronostica Pruna de ASAJA. Sobre todo, porque empezará a llegar mucha comida de países que no tienen un problema tan grave de falta de agua, y entonces puede encarecerse e incluso, como apunta Balué, convertirse en un lujo.

El director territorial de Agroseguro no lo ve tan difícil. “El año pasado ya se perdió el 70% de la fruta por las heladas y, al final, si aquí no hay fruta, la hay en Murcia, Aragón o Cáceres; Estamos en un mundo tan global que el consumidor solo lo notará si busca una fruta muy concreta”, arriesgó Joana.

Y Balué asiente, aunque parcialmente y con un último matiz: «Si se acaba el agronegocio en Cataluña, compramos en Italia, no pasa nada, pero no perdamos de vista lo que pasó en Ucrania: el que más podía pagar se llevaba el grano para mismo, y España no puede pagar más que China o Finlandia”.

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