¿Un Mad Cool solo con mujeres? Euforia y calidad más allá de Red Hot Chili Peppers y Liam Gallagher

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Pocas mujeres. De los 12 nombres que lideraron Mad Cool 2023, solo dos fueron mujeres: Lizzo y MIA. Se cree erróneamente que atraen más público que las mujeres. Un punto de vista que durante años ha dificultado la entrada de proyectos femeninos en los carteles más prestigiosos. Es cierto que, poco a poco, las posibilidades van mejorando. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar la ansiada paridad. La cita madrileña cerró anoche su sexta edición con Red Hot Chili Peppers y Liam Gallagher como grandes pilares de su tercera jornada.

Fueron acompañados por otros 21 artistas masculinos que dividieron el resto de las filas, dejándolos con 14 asientos. Bueno, no estrictamente hablando: esta cifra también incluye grupos en los que había al menos una chica. Por ello, para reivindicar la presencia y calidad de sus propuestas, las siguientes líneas están dedicadas exclusivamente a ellos. Dándoles el espacio que suelen ocupar porque, dicen, venden menos entradas. Y muchos otros machos que se escapan del musical.

A sus 47 años, MIA ha demostrado estar en perfectas condiciones. Al menos físicamente, a nivel vocal es otra cosa. Brillante y poética, pulió una colección de melodías pegadizas y letras mordaces que cautivaron a las masas desde el primer segundo. Con ‘Bad Girls’, ‘The One’ y ‘Paper Planes’ se desató la euforia, dejando al descubierto las venas de sus mayores éxitos: se trata de canciones que, con un ideario político apabullante, consiguen juntar perfiles de muy diversa envergadura gracias a una mezcla vibrante de sonidos que son tan globales como personales.

Sin olvidar, claro, la actitud que sabe darles: aunque suenen cercanas a Lady Gaga y Tove Lo, los latigazos hiphoperos dejaban claro dónde residía su gran (polémica) virtud. No dejó ningún títere con cabeza. Pero, mira, a estas alturas del juego, lo que sea. Vestido con un mono naranja butano y una capa dorada, recorrió el escenario de un extremo a otro. Invocando el gallinero que terminó con ella encima. Quizás, en un intento por recuperar a la joven que huyó de Sri Lanka y encontró en el arte el vendaje perfecto para sus heridas.

Con esta misma introspección, apareció Lusillon. Su voz cruda y honesta se hizo grande este sábado. Y que, al empezar la jornada, sufrió los embates del horario y el calor. En su “pop room” no eran ni las 6 de la tarde ni los 34 grados: el ambiente que creó Lucía tiene mucho que ver con el bienestar, la confianza, el corazón. Y allí, afortunadamente, no está entrando el cambio climático. Entre Jeanette y Russian Red se mueve una cantautora de estribillos irresistibles y letras inocentes. La sencillez que lo envuelve lo hace magnético.

Una conexión que, cuando se atrevió con ‘Me gustaría que te enamores’, llegó a su punto máximo. A pocos metros, Belako inicia una actuación inversa, pero igual de atractiva. La banda de Lore y Cris, que lleva 12 temporadas emocionando al público, ha demostrado una fuerza y ​​cohesión que solo da la experiencia. Su carácter retro punk desató una tormenta sónica que, entre la calma y el trueno, dinamizó una tarde hasta entonces anestesiada.

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El arsenal de «baile» de Ava Max

Entre botes de helado, rebanadas de pizza y mini cerveza, apareció Ava Max. La naturaleza extraña de la escena solo subrayó su corona de diva. Sin miramientos, comenzó un espectáculo lleno de clichés que, lejos de suscitar rechazo, despertó curiosidad. Incluso entre aquellos que se mostraron reacios frente a tal brillantez. La fuerza con la que han sonado en las radios ‘Sweet But Psycho’ y ‘Kings & Queen’ en los últimos años ha hecho que muchos, aunque musicalmente a mundos distintos, quieran probar algo que tanto les ha enamorado.

El resultado no defraudó: un arsenal bailable con esencia pop que, matemáticamente compuesto, penetró en el público tan rápido como una bala. Puede que no le haya gustado su actuación, pero había algo innegable: Amanda dominaba las mesas como nadie. Sabía dónde mirar, qué decir, cómo moverse. Y, además, lo hizo con la mirada de quien ha sido observado toda su vida. Por lo tanto, obtuvo muchos aplausos. Por supuesto, algunas cosas nuevas. Sobre todo cuando salvó ‘Salt’, ‘Maybe’, ‘You’re The Problem’ y ‘My Head & My Heart’.

Es hora de destacar el papel de las recién llegadas Sila Lua y Dora Postigo. Ante un “line up” salpicado de figuras establecidas, es importante dar valor a quienes se atreven con una carcasa de estas características. El primero presentó Rompe, uno de los discos más interesantes de este final de año 2022: la combinación que hace de pop, electrónica y urban es tan sutil que hasta podría parecer su estilo.

Siempre con el mar y las nubes gallegas de fondo, mostró su esencia más pura: conocida por los Zs tras lanzar dos temas de la popularísima serie «Élite», la cantante demostró ser capaz de tocar la fibra de todos los que se acercaron a poner ella en el medio Algo similar le sucedió a la segunda: pertenece a una generación donde fluyen las etiquetas, lo que le permitió desarrollar nuevos entornos. En su caso, el mejor ejemplo es ‘Sin prisas no me quiero morir’. En esta epopeya, la hija de Bimba Bosé transita del rock al hiphop con la misma facilidad con la que explora la melancolía y la culpa. Sedimento dejado atrás (a través del agua). Que ya es mucho.

El verso libre de Maika Makovsky

Tiene ocho álbumes publicados, pero pocos podrían definir claramente a Maika Makovsky. También sucedió anoche. De origen macedonio, sabio de inspiración andaluza y balear, llena sus composiciones de elementos propios de los lugares donde ha echado raíces. Por eso sonaba universal, reivindicativo, único. Su concierto, en verso libre y de enorme autenticidad, destacó su versatilidad interpretativa.

Al cantar Reaching Out To You y Purpose, el pit pudo descubrir que su gran valor no es otro que la sinceridad: aferrado a su piano, desgranó sentimientos, vivencias y anécdotas que, con la nitidez de su pluma, dejó en los presentes. fascinado. Tras unos comienzos con esencia rockera (Kradiaw), y tras su asociación con John Parish para la producción de su tercer LP (Maika Makovski), el artista decidió celebrar el arte y el presente en MKMK, un cancionero basado en la esencia setentera que reflexiona sobre la necesidad de conectarse y encontrarse. Justo lo que hizo. Cantó en cada uno de los idiomas en los que se siente cómoda. Sobre todo, la del amor.

Esta incontinencia sentimental es uno de los motores más potentes para enamorar a nuevos sujetos. Simplemente porque la entrega personal que supone es un acto de generosidad tan grande que es imposible que pase desapercibido. Siempre es lo que sucede con Sylvan Esso: el dúo de Durham combina magistralmente la proximidad y el baile. Su folktrónica, de cadencias cálidas y sedosas, fue evolucionando hasta encontrar una fórmula que solo Amelia y Nick son capaces de repetir.

Quizás el hecho de ser pareja les ha permitido satisfacer necesidades creativas que de otro modo serían imposibles de conquistar. Con ‘Train’, ‘Die Young’ y ‘Ferries Wheel’ han demostrado que no se necesitan demasiadas capas para transmitir sus mensajes con claridad. Basta con colocar los elementos necesarios en el lugar correcto. Entre ellos, la química que los une. Pues si por algo se subieron tantas manos al cielo fue precisamente por el intercambio de sinergias que, como sucedió después con AR/CO y Elyella, se prolongó, más allá de la última melodía.

Morgan y el grito de auxilio

Morgan fue desafiado a enfrentar el clímax de Gallagher. Sin embargo, la solidez de su proyecto es tan fuerte que apenas notaron la competencia. El grupo liderado por Nina agradeció los aplausos que dan las buenas canciones. La elegancia y complejidad con la que suelen abordarlos son dos de sus características. A lo que hay que sumar la voz transparente y exquisita de su intérprete. De hecho, pocas veces ha parecido tan tierna y sincera.

Transmitieron gusto, clase y belleza a través de un repertorio de sus mejores historias. Entre ellas, una consiguió ganarle al reloj y convertirse en una de las mejores canciones del indie español: ‘Sargento de hierro’, una balada intimista y oscura que suena mejor en directo que en estudio. Es entonces cuando, por sorpresa, los celulares dejaron de grabar para permitir que sus dueños se solidarizaran con el llamado de auxilio que cuentan. Lo terminaron con un desamor que, por unos segundos, dejó boquiabierta a la multitud. Involuntariamente, el silencio se convirtió en el mejor de los aplausos.

Para entonces, los últimos rayos de sol han aparecido. Los tonos anaranjados que impregnaban la carpa dieron a este momento el punto preciso de teatralidad para hacerlo aún más extraordinario. Llama la atención que algo así pueda suceder en un festival del tamaño de Mad Cool, donde los conciertos se superponen con ruedas de la fortuna, sorteos y cervecerías.

Sin duda, la visión, la profesionalidad y el sentido que han aportado las mujeres tienen mucho que ver. Cada uno en su propio estilo y variedad. En el caso de Mendi, Anfisa Leytago y LAS DJs entregaron un show electrónico a la altura de los eventos más exigentes del planeta. Las tres cerraron una edición que, con una menor presencia femenina, encontró en ellas una apuesta de peso y lo consiguió. Solo queda en el futuro aumentar el número. Y sobre todo, les damos la atención que se merecen.

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