protestas políticas, dos equipos locales y un estadio medio vacío

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«¡Vamos Perú, hoy jugamos en casa!». Fue el grito desgarrador de un peruano que ondeaba una bandera rojiblanca la tarde de este martes a las puertas del estadio Metropolitano. Señaló la gigantesca sábana rojiblanca izada a la entrada del Coliseum del Atlético de Madrid, antes del partido amistoso que allí disputaba la selección estadounidense contra Marruecos.

Ambas hinchadas comparten colores que, sumados a la gran comunidad peruana en España, dieron a los aficionados de la selección sudamericana la misma sensación de jugar en casa. Un sentimiento compartido con la otra mitad del campo. La comunidad magrebí de nuestro país es incluso mayor que la comunidad andina, que ha llenado el entorno del campo de estrellas verdes sobre fondo rojo.

acusaciones de racismo

Un partido amistoso entre dos naciones con mucha afición en España. Y una serie de incidentes surrealistas que empañaron el precedente. Los futbolistas peruanos se enfrentaron la víspera con varios policías nacionales que intentaban controlar la presencia de hinchas sudamericanos en el hotel de la selección.

Esta fue la charla de los aficionados antes del partido. “Pues los policías son unos ridículos, ¿no?”, comentó Mario, un peruano afincado en Móstoles que, con 33 años, iba a ver jugar en directo por primera vez a su selección. Racismo, reclamaron algunos fans comentando el hecho. Error, se atrevió a deslizar otro, mientras la multitud gritaba a los grupos de aficionados que intentaban saltarse la cola.

Disturbios en la víspera del partido

Hubo disturbios el día anterior y ataques en las horas previas. El motivo fue la manifestación de un grupo de activistas peruanos contra el gobierno de su país. Protestaron contra la represión, encarcelamiento y muerte de cientos de compatriotas durante los disturbios de febrero en el país andino. También protestaron contra la celebración del partido, al que consideran «una herramienta de propaganda del régimen». Una premisa que muchos compatriotas presentes en el partido no apreciaron y fueron a echarle la culpa. Los tiros casi vuelan.

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Por otro lado, Marruecos, que también podría reclamar la categoría de local por el porcentaje de aficionados que ha cosechado. Los Leones del Atlas también fueron objeto de un ataque xenófobo el día previo al partido: recibieron insultos racistas en las redes sociales por parte de uno de los empleados del hotel donde se alojaban. Una polémica que acabó con el sujeto sobreseído y detenido por la policía.

Dos incidentes que calentaron el anterior y que, temían las autoridades, podrían continuar en las horas previas a la reunión. Al final no pasó nada, aparte de que los dos aficionados mostraron un comportamiento ejemplar y poco apoyo. Porque, contra todo pronóstico, en el Civitas Metropolitano no se han vendido ni la mitad de las entradas a la venta.

Y a pesar de que la hinchada que acudía seguía vitoreando (los gritos a veces eran ensordecedores) y se mezclaban sin más incidentes (no había zonas específicas para simpatizantes de un equipo u otro), la fiesta se diluyó un poco al quedar vacía. en tantos lugares

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