China despide al ministro de Relaciones Exteriores desaparecido sin explicación

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Qin Gang ya no es el ministro de Relaciones Exteriores de China. La prensa nacional lo anunció al final de la jornada con un escueto comunicado que no resuelve ningún misterio: ni el paradero de Qin ni los motivos de su despido. La ausencia del ojo público de una de las figuras más brillantes de la política nacional durante un mes y la falta de explicaciones ha entretenido al país con diversos rumores de que el capítulo de hoy no se detendrá.

La decisión fue tomada en el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional en una sesión de emergencia convocada ayer. Todo indicaba el desenlace: la ruptura de la coreografía, que establece una semana de antelación para los recursos, y el anuncio de «una resolución de nombramiento y destitución oficial» acompañada de una inocua reforma al Código Penal. Qin, en un movimiento de púlpitos que contraviene las costumbres de la política china, es sustituido por Wang Yi, su antecesor y también encargado de la política exterior del partido, un puesto superior al ministerial. Esto hace que las interpretaciones sean aún más difíciles ya que Qin conserva su puesto en el poderoso Consejo de Estado.

El canciller derrocado, sin foto ni perfil en el sitio ministerial, perdió la pista tras encontrarse con un diplomático ruso que había acudido a Pekín el 25 de junio en medio de una revuelta del grupo militar Wagner. Su ausencia fue tanto más sonada cuanto que coincidió con semanas de febril diplomacia en las que varios altos cargos de la Casa Blanca como Janet Yellen, secretaria del Tesoro, o John Kerry, enviado especial para Asuntos Climáticos, desfilaron por la capital.

¿Problemas de salud?

Un vocero departamental aludió a «motivos de salud» para explicar su desaparición, pero la frase fue eliminada de las transcripciones oficiales. Desde entonces, los rumores se han ido acumulando. Algunos sinólogos apuntan a supuestos desacuerdos con Wang sobre la estrategia exterior en general y, en particular, la incapacidad de Qin para acercar Europa a China en un contexto global dominado por la guerra de Ucrania.

Las redes sociales aluden a una relación extramatrimonial, y por tanto prohibida por los rígidos cánones morales del partido, con una periodista de origen chino y pasaporte estadounidense empleada de una cadena de televisión de Hong Kong.

Está claro que la decisión de hoy entierra la deslumbrante carrera política de uno de los protegidos del presidente, Xi Jinping, cuyo buen juicio para rodearse de acólitos está en entredicho. Qin se hizo un nombre como portavoz ministerial por sus descaradas diatribas antiestadounidenses y su tono feroz. Fue nombrado embajador en Washington, el lugar más sensible, donde permaneció apenas 17 meses antes de ser catapultado al Ministerio de Asuntos Exteriores frente a funcionarios con currículos más brillantes. Qin también fue empujado al Consejo de Estado en marzo, uno de los órganos más tradicionales e importantes. Esta promoción, sin darse cuenta de los plazos lentos del sindicato, podría haber generado antipatías que iban más allá del patrocinio de Xi, dicen algunos expertos. O quizás el mayor misterio de la política china durante décadas nació en algo tan prosaico como un revoltijo de faldas.

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